Por la ciencia
El otro día hablábamos en la Universidad Pública sobre datos y manipulaciones, y el periódico nos proporcinaba un penoso ejemplo: presentaban en Madrid unos presupuestos que volvían a reducir la cantidad dedicada a la investigación científica. Pero la posverdad de este gobierno era anunciar lo contrario: una mentira, una fabricación de datos torticera que ahí se quedó en los telediarios. Este fin de semana reflexionábamos, gracias a la iniciativa de Ahora-Orain Estella-Lizarra, sobre mentiras que nos cuelan como la verdad única y sobre cómo nos engañamos seleccionando lo que se ajusta más a nuestra creencia, sobre cómo el cuñadismo está en todos los órdenes de la vida: las personas más ignorantes de un tema suelen sentirse con más confianza hablando de ello que los propios expertos, y solo la gente informada reconoce que uno no puede saberlo todo de todo (busquen por la red “efecto Dunning-Kruger” y lloren conmigo). Mientras tanto un museo de ciencia, el de Cuenca, peligra porque el dinero público que lo sustenta se puede evaporar en una lucha política en la que nadie ha pensado en la labor tan necesaria de divulgación de la ciencia. Aquí nos pasó lo mismo hace cinco años y nadie dijo ni mú, así que sabemos bien lo que es sobrevivir a la desidia de la Administración. El próximo 22 de abril se promueven iniciativas para recordar a gobiernos de todo el mundo (y a sus cuñados) que la ciencia es fundamental para poder sobrevivir en este mundo incierto. Pero ya ven, recortes de presupuesto, mentiras y desprecio es lo que hay. El manifiesto por la ciencia elaborado por las sociedades científicas va a ser seguido por muchos que vemos la importancia de la ciencia, pero nos tememos que una vez más lo que primará será mirar a otro lado. Perdonen que insista, pero necesitamos la ciencia. Firmen también.