siempre es interesante ver lo que la gente puede contar en 100 palabras, y más aún cuando los autores son niñas, niños y jóvenes. Esta oportunidad de poder escudriñar en las mentes infantiles es una de las ideas que valoraron muy positivamente los miembros del jurado del concurso de microcuentos en euskera organizado por la Fundación Eusko Kultur y la editorial Pamiela. Este año se ha celebrado la décima edición y en ella se han batido todos los récords de participación: 1.559 trabajos de alumnado de los modelos D y A de la Alta Navarra y de las tres provincias de Iparralde. Temas como el bullying, el cáncer, el alzhéimer o los malos tratos aparecían junto a sueños, deseos y fantasías en los trabajos premiados.

En otras ocasiones, sin embargo, no es tan fácil saber qué bulle en las cabezas de los más pequeños. Muchas veces no se puede leer entre líneas porque, simplemente, no hay líneas que leer, como en el caso de Ulises, el chico de trece años, víctima de abusos sexuales en un colegio religioso, que acabó suicidándose. En este caso Ulises no ha aparecido en los periódicos, afortunadamente, sino en la novela que acaba de publicar mi gran amiga Maite Sota, pediatra, madre y excelente observadora.

Ayer, en la presentación del libro, Maite dijo cosas muy inquietantes, como que sólo se detecta uno de cada diez casos de malos tratos contra los niños o que los abusadores suelen ser personas normales, sin patologías especiales, como tú y como yo, que en un momento determinado necesitan manifestar su poder ejerciendo violencia sobre un ser más débil causándole dolor. Una especie de semilla del mal de la que quizá nadie estemos libres del todo?