Salir a la calle a defender a la bandera de Navarra es como hacerlo en defensa del tordo. No hace maldita la falta, porque nadie le amenaza. De la misma forma que donde hay una brizna de hierba hay un ejemplar de este tipo de ave moviendo su culo gordo, en cada balcón oficial de la Comunidad Foral ondea plácida un estandarte de color rojo que a nadie incomoda ni nadie quiere arriar. La impostura clama al cielo, pero tampoco dramaticemos. Manifestaciones ha habido aquí a montones en los últimos lustros. Algunas de ellas, por cierto, con lemas bastante parecidos a las de ésta ? Gurea, ikurriña, ¿recuerdan??. Simplemente, produce sonrojo oír a los dirigentes regionalistas negar que el estallido de los casos Ultzama y UAGN, que dejan tocado a su mismo presidente, Javier Esparza, hayan precipitado la convocatoria. Y todavía más sonrojo llamar “sociedad civil” a las marcas blancas convocantes. Estaba claro que la previsión de movilizaciones callejeras estaba ya hace tiempo en la secuenciación del planing de UPN para recuperar el poder. Sorprende la ingenuidad de los que a estas alturas se escandalizan porque los socialistas hayan decidido marchar en semejante compañía. Da igual que en Madrid mande Susana, mande Pedro o mande Patxi, el PSN, a la hora de la verdad, siempre acabará eligiendo a eso que llamábamos el Régimen. En estos dos próximos años nos vamos a tener que acostumbrar a ver a toda esta gente en la calle protestando por todo lo que no le gusta, que es mucho. Con mentiras o con verdades, sus dirigentes apuestan por mantenerlos dinamizados y movilizados, para que dentro de dos años no haya uno que se quede sin votarles. A los estrategas del cuatripartito -alguno ahora? les toca pensar qué van a hacer para infundir un entusiasmo equiparable entre los suyos y las suyas.
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