al cesar el primer viento del día, la arena rojiza ha dejado de envolver el cerro con sus espirales y ha caído como una cortina dejando al descubierto la escultura de arcilla. Sobre el Castildetierra dos avutardas se desperezan. Amanece en las Bardenas. Una ráfaga de aire seco las despierta del todo al estamparles las voces de una conversación telefónica.
Rafa, majo, soy José Antonio. Ya sabía yo que te iba a pillar despierto.
Cómo madrugas, jodido? ¡Un presidente bardenero tiene que quedarse más en la cama!
Iba a salir con la escopeta y los perros pero me ha dado un trallazo el lumbago del copón. Oye, te llamo para lo del viaje a Senegal. Para que hables con Marisa, la de la agencia.
¿Qué viaje?
Sí, como el que hicimos el año pasado a Argentina y en 2006 a Egipto, para ver un poco cómo trabajan allí con los parques naturales. ¡Va a ser la leche! He visto un folleto y allí tienen de todo, sabana, montaña, pradera? Y un parque nacional de aves que no te sé ni pronunciar, la verdad te digo, lleno de baobabs, bambú? ¡hasta flamencos rosas! ¿Tú has visto algún flamenco rosa fuera de la serie aquella de Corruptos en Miami?
¡En la vida!
Pues esto es lo mismo.
¿Corruptos?
Flamencos, ¡joder!
¿Y cuántos seríamos?
Yo he contado 29.
No sé? 29 a Senegal va a salir una pasta?
Oye, a Egipto fuimos 34. De lejos está parecido y aún nos ahorramos 5. ¿Qué te parece?
Visto así? ¿A qué técnicos has pensado llevar?
Yo creo que no hace falta ninguno. ¿No me estás diciendo que ya somos demasiados?
Es que vamos a llenar medio avión, José Antonio?
Calla, calla, ¡que eres un miserias! ¡O vamos toda la familia o no se va! Cuantos más seamos, más reiremos, ¿no te parece?