A los administrativos, psicólogas, bomberos, traductores, oncólogas, anestesistas y profesores hechos de un material refractario a las 566 plazas de empleo público que ha aprobado el Gobierno de Navarra. A los prejubilados en Siemens Gamesa que si se van con 55 años se quedan con el 70% de su salario y si se despiden a los 60, conservarán el 80% sabiendo que cuando no alcancen los 45.000 euros brutos anuales, les sumarán un 5% extra. A quienes llevando más de veinte años en nuestra profesión no aspiramos ni en una utopía futurista al sueldo de los empleados de Siemens Gamesa y aún así, nos consideramos muy afortunados. Al público entregado que ha llorado escuchando a Maialen Lujanbio y viéndola ganar la Bertsolari Txapelketa y poner una pica en el Flandes de la improvisación ingeniosa, poética, un poco mágica y muy masculina que es el bertsolarismo. A la muchedumbre eléctrica que quiere volver a ver en el BBK Live de este año a unos Chemical Brothers que cayeron en la marmita de la eterna juventud y viven como Bill Murray y su marmota, atrapados en el tiempo. A la señora de Llodio contra la que me arrojó ayer la multitud que estos días devora como una monstruosa colonia de termitas la Gran Vía de Bilbao y que, tras haberse visto devorada, deglutida y regurgitada, volvía en tren a su pueblo. Y viva. A todos nos haría ilusión o saltar de la silla, cada cual según sus posibilidades físicas, escuchar hoy la combinación de 5 cifras en el orden exacto en que aparecen en nuestro billete de lotería. Si para cuando leáis esto esa aspiración ha quedado pulverizada por el corchazo de un champán ajeno, recordad que tenéis el amor de los vuestros, a veces incluso el mío, y los más creyentes, la posibilidad de comprar otro billete para el 6 de enero.