Les hablaba hace una semana de cómo la penetración de mentiras y exageraciones sin aval científico y noticias falsas que es el signo de estos tiempos, puede tener cura. A pesar de que todo parezca perdido, la información racional, el discurso fuera de la moda de lo inmediato y lo guay funciona, quizá no como tendencia mayoritaria, pero sí como referencia que acaba permitiendo cambiar un poco las cosas. De hecho, como asegura recientemente un estudio canadiense, una buena estrategia de comunicación científica es lo único que acaba parando la viralidad de las noticias falsas. Puede que algo así esté pasando, por ejemplo, con la homeopatía. Su penetración, merced a propaganda llena de falsas esperanzas de cura, con la complicidad de una parte del sector sanitario y la permisividad no del todo desinteresada de las autoridades, vendía además una (falsa) imagen de ser medicina buena y natural, alternativa y molona. Pero no: era un negocio basado en el engaño, que no cura ni nada, aunque se vendiera en farmacias y se enseñara en universidades. Finalmente el discurso científico se va abriendo camino: la pseudomedicina es un peligro real contra la salud. Y la situación comienza a cambiar: ya es más habitual que la gente dude de que la homeopatía funcione. Y lo denunciábamos desde hace decenios: la única alternativa a la medicina es una medicina mejor, no un timo sacacuartos. Espero que pronto la información veraz permita contrarrestar otras mentiras populares, como el alarmismo de la antenofobia o de los antivacunas, por ejemplo.

[Nota: Lo siento, porque he dejado la columna más corta que lo que debía ser, pero el asunto del fallo judicial me exige dedicar al menos una frase a decir que no, que no es abuso lo que es violación. Y que si la Justicia no lo reconoce hay que cambiar muchas cosas.]