Una hora con alguien que te interesa, aporta y nutre es un pestañeo. Otra con alguien que en vez de sumar, resta, la eternidad en bucle. El tiempo es relativo, además de flexible. Esto lo saben los estudiosos del universo y los usuarios avanzados de psicotrópicos, desde la selva amazónica al Club Hacienda de Manchester. El resto lo intuimos. ¿Cuándo? Por ejemplo, esta semana, en que pasado, presente y futuro han ocurrido simultáneamente. De la mano del estupendo fotógrafo Miguel Bergasa los menonitas paraguayos de Nueva Durango han aparcado sus carretas en Pamplona procedentes de ese siglo XVI perpetuo en el que han conseguido atrincherarse y blindar sus costumbres. Su infranqueable barrera entre los roles de hombres y mujeres, sus uniformes físicos y mentales y su autogestión y subsistencia de hace quinientos años conviven estos días con un hallazgo médico que puede cambiar el futuro. Investigadores catalanes y madrileños en colaboración, IrsiCaixa y Hospital Gregorio Marañón, han comprobado que el trasplante de células madre a seis pacientes con sida ha eliminado el virus de su organismo. (Notición arrinconado por la ecografía en directo de GH Vip, normal). Y el capítulo presente de la reconstrucción pos-ETA nos dejó el miércoles la imagen simbólica de Brian Currin y el Grupo Internacional de Contacto despidiéndose. Nos recuerdan que la sociedad vasca, con la colaboración de algunos partidos y muy poco del gobierno español, hemos hecho posible lo que parecía impensable. ETA se ha desactivado, la vía política es la única y para todos y parte de los que asesinaron y quienes sufrieron los asesinatos se han sentado juntos, aunque presos y familias aún están sufriendo el castigo extra del alejamiento y queda trabajo por hacer con todo tipo de víctimas. Pasado, presente y futuro están aquí. Todo es cuestión de tiempo.