Qué nervios. Desasosiego. Zozobra. Congoja. El Departamento de Sociología de la UPNA ha medido el barómetro de opinión pública y el cuatripartito actual no tiene asegurada la renovación del gobierno. El cambio tiene que pasar en unos meses la inspección técnica del voto y una de las piezas presenta serio desgaste por exceso de fricción interna. El mecánico demoscópico sitúa como recambio posible al PSN, pero recuerda su tendencia verificada a desviarse a la derecha. Además, su manual reza que es incompatible con otra de las piezas del engranaje, con Bildu. La presidenta y su gobierno sacan el habitual aprobado raspado. Contexto de situación política regular (41%) y de situación económica buena (54%) en lo general y en lo particular. Una mayoría social (64%) está satisfecha con el grado de autonomía. Inquietante caída en la intención de voto (58,39% votará) con respecto a la participación en 2015 (68,26%). El cambio real ha calmado el entusiasmo de las expectativas. Para un 65% de los encuestados es importante conseguir de nuevo una mayoría nacionalista. Para un 54%, evitarla. El PNV-Bai está contento. Las muestras demoscópicas le diagnostican crecimiento. Barkos patrimonializó para sus siglas el “impulso central” del cambio. Las encuestas han perdido credibilidad. Desprestigio por fracaso reiterado en la predicción. Un cambio verbal de su objetivo: en lugar de reflejar, inducir. Influir en el comportamiento del electorado. Pero un 75% dice no tenerlas en cuenta. Con relación al navarrómetro del año pasado, la estimación de escaños mejora en 4 para el PSN y perjudica en 3 a Podemos y al PPN. Razonable por las circunstancias. El navarrómetro anterior a las forales de 2015 (Consulting Orbere) solo acertó el número de escaños de una formación minoritaria. Vaticinó el triunfo absoluto de Podemos con 18 escaños y bajó a 8 los de UPN, con segunda posición para los 11 de Bildu. De traca. Hoy, el “cambio tranquilo” está de los nervios.