Finalmente, Vox Navarra presentó el último día su candidatura para buscar un puesto en el Congreso de los Diputados, con lo que también debería despejarse en breve la incógnita de si optará a las elecciones autonómicas de mayo. Para empezar, su irrupción no ha sentado bien en el tradicional periódico de la derecha navarra, al que como es lógico le preocupa que el chiringo de Navarra Suma pierda votos en beneficio de Vox, votos que en el caso de las generales no servirían a Vox para optar a un diputado -hay que pasar de los 40.000 mínimo- o en que en el caso de las forales no superen el 3% y sean votos que también se pierdan. O que sí pasen en las forales del 3% pero que sea difícilmente vendible un pacto entre Navarra Suma y Vox. A la derecha política y mediática y económica y social de esta comunidad lo que siempre le ha gustado es lo de una única sigla y ahí todos metidos, tanto el centro moderado como la extrema derecha. No olvidemos que UPN y PPN en coalición han llegado a tener un 50% en las generales del 2000 y, salvo en los últimos años, sumas de más del 40% en forales y generales. Ahí estaba metido hasta el apuntador. Que, de repente, unos cuantos miles de gentes se vayan a salir de ahí -como se salieron unos miles para ir a Cs- y pasen a Vox es, a priori, una amenaza para Navarra Suma, puesto que su ataque al fuero es aún más acusado que en Cs, que son capaces de tener unos principios y los contrarios con tal de entrar en escena. Vox, en cambio, significa esa amenaza cuya fuerza en Navarra se desconoce. Va a ser curioso contemplar cómo y con qué armas se le ataca desde su espectro ideológico más cercano, que sin ningún género de dudas hubiese preferido que las papeletas de Vox no hubiesen aparecido. ¿Que luego en caso de necesidad pactarían con ellos? Yo al menos no tengo duda, pero eso no quita para que su aparición haya molestado y mucho.