Qué pereza. Leo que la demanda de Navarra Suma contra Santos Cerdán, diputado del PSN por Navarra y Secretario de Coordinación Territorial del PSOE, por llamar “fascista” a Iñaki Iriarte se celebrará en enero, ya que en el acto de audiencia previa que tuvo lugar el martes no hubo acuerdo. Invitado por un amigo, Iriarte asistió en agosto a una comida en la que hubo varios carlistas y en la que se homenajeaba a un requeté muerto en la guerra civil -también ha asistido a un homenaje a un republicano fusilado en 1937-. Te puede parecer deplorable el motivo de la comida, algunos comensales y hasta Iriarte, pero si le llamas “fascista” -“Esos (Navarra Suma) son los que querían proponer a un fascista como Iñaki Iriarte de presidente del Parlamento de Navarra?”, Cerdán en un mitín- lo lógico y normal es que suceda lo que ha sucedido. Y lo lógico y lo normal es que la demanda siga su curso si como fue el caso Cerdán declara que rectificaría solo si Iriarte “pide disculpas” por “acudir” a aquel acto de agosto. Imagino que por acudir al acto del republicano no tiene que pedir disculpas. Ya digo que a mi el acto ese de Leitza me parece una pantuflada, pero de ahí a tener la libertad de llamar fascista a alguien va un trecho notable, un trecho que Cerdán recorrió sin ningún pudor y que va a costar por su orgullo personal una buena cantidad de tiempo y esfuerzo en los juzgados navarros, que al parecer no tienen cosas que hacer. En serio, cuando la política consiste en cosas así, en las cuales nadie es capaz de echar marcha atrás, reconocer un error o un exceso evidente y a otra cosa, el ciudadano añade otro kilómetro más de distancia a la que ya le separa de esa cada vez más denostada actividad como es la política. Uno puede pegarse un derrapaje por demasiado ímpetu, pero seguir instalado ahí es ya un problema mayor. Política de barra de bar. Mis disculpas para los bares.