14, 8, 11, 6, 10, 5, 9, 9, 14, 7, 9, 10, 9, 6, 13, 4, 3, 5, 2, 6, 2, 0, 1, 5. Esta sucesión de 24 números que suman 168 arranca en 1991 y concluye en 2014, último año íntegro con UPN en el poder. Son 168 personas, con sus sueños, sus ilusiones, sus pasados, sus futuros, sus miserias, familias y alegrías. Uno es Mikel, hermano de Iñaki, hijo de Reyes y Santi. Las 168 ya no están aquí, murieron en accidentes de tráfico en la Nacional 121-A, una carretera por la que por motivos familiares paso muchas veces. En esos 24 años y con esas cifras de muerte y destrucción UPN jamás propuso proyectar una autovía, de hecho en octubre de 2015 su exconsejero de Obras Públicas, Luis Zarraluqui, metió una moción en el Parlamento instando al Gobierno de Navarra a convertirla en una vía 2+1 con adelantamientos solo permitidos en momentos puntuales y con una barrera de separación. Lo mismo que hoy plantea el Gobierno de Navarra tras cinco años con 3 fallecidos (2016), 4 (2017), 5 (2018), 3 (2019) y estas dos últimas y trágicas víctimas jóvenes. Ante esto, Javier Esparza, máximo estandarte de UPN y de Navarra Suma, pide una autovía. Hay que tener los cojones como balones de Nivea y muy poca dignidad política para apenas 4 años después de dejar el poder exigir que se haga lo que tu partido no afrontó en 25 años mientras en esa carretera morían decenas y decenas de personas, para hacerlo cuando aún no se han celebrado ni los últimos funerales y para hacerlo al calor de la lógica tristeza e indignación de todos cuantos usan esa vía, fundamentalmente las personas que viven a lo largo de ella y sus autoridades. Entiendo que cuando dejas el poder y pasas a la oposición es normal que pidas lo que tú mismo no hiciste en media vida, pero cuando se trata de temas con tanto y tan definitivo dolor de por medio creo que un poco de dignidad no está de más. Aunque ya sé que igual es mucho pedir.