arece obvio que la bajada de positivos que hay en Navarra desde el 1 de noviembre es enorme. Y que un poco antes de esa fecha se pusieron en marcha diversas restricciones: cierre hostelería, toque de queda, limitación a juntarse solo los convivientes... Por tanto, nadie sabe exactamente qué parte del descenso se debe a unas cosas u a otras o si por ejemplo el cierre de la hostelería apenas ha tenido impacto -o ha tenido mucho-. No lo sabremos, pero celebramos que desde mañana vuelvan al menos los que tienen terrazas y lo hacemos con la esperanza de que la evolución de los datos permita abrir a quienes no cuentan con terraza o a quienes las cifras no les salen solo con eso, que supongo que serán la inmensa mayoría. A todos nos gusta la hostelería en mayor o menor medida y vemos su importancia económica, laboral, social, etc. Pero no estaría de más no olvidar en todos estos meses que nos quedan de otoño e invierno que, en interiores, cuanto más tiempo pasemos con la mascarilla menos opciones tendremos de colaborar con la pandemia. Vamos, que los clientes tenemos por delante el reto de ayudar a los hosteleros no solo consumiendo si no también haciéndolo de la manera más segura para nuestra salud y más segura para sus negocios: con mascarilla siempre que sea posible -se puede masticar con mascarilla, no es problema; se puede bajar uno la mascarilla solo para lo estrictamente necesario. Es una pena, pero es lo que hay- y, dentro de nuestras posibilidades, de un modo relativamente ágil, sin que se convierta en una carrera y no se pueda saborear lo que tengamos delante pero tampoco sin echar raíces cuatro horas con un café. Vamos, cosas de sentido común. El calor y la posible vacuna quedan aún lejos, así que a ver si somos capaces de olvidarnos de cómo consumíamos antes y conformarnos con disfrutar al 70%, que está muy bien. Ya volverá el 100%.