a cultura es importante. La deportiva, también. Cuando uno ocupa un cargo público deportivo es conveniente informarse acerca de la historia de lo que se tiene entre manos. Para gestionar algo no es necesario ser experto en ese algo, pero se agradece que cuando se hacen declaraciones se sea respetuoso con la realidad. El otro día, el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Pamplona, Fernando Aranguren, comentó que la Carrera de las Murallas -celebrada, que recuerde, desde 2012- es la "carrera más emblemática de Pamplona por su recorrido singular". La Carrera de las Murallas como su propio nombre indica se mete entre las murallas de Pamplona y la Ciudadela, pero más allá de eso y de que está bien organizada y tiene mucha participación porque celebra carreras de 21 kilómetros, 15, 10 y 5, no es la más emblemática de Pamplona, a pesar de ese recorrido singular. Y no es trabajo del concejal ir otorgando distintivos ni galardones, sino trabajar para que todas las pruebas que se celebren en Pamplona cuenten con el máximo apoyo posible. La carrera más emblemática que se disputa en Pamplona es la Media Maratón que organiza el Beste Iruña en mayo, cuya primera edición fue en 1985 y que fue precedida por los 15,5 kilómetros de la Ciudad de Pamplona. En esa media, que también recorre zonas singulares y emblemáticas de la ciudad, han llegado a correr 1.000 personas, se han hecho marcas que ni se sueñan hoy como 1.02 en chicos y 1.09 en chicas, han brillado con marcones navarros como Pérez, Mateos o Garín o Casares en chicas. Y, junto a ella, la San Silvestre del 31 de diciembre. En los últimos 10 años han surgido más pruebas y todas suman y están muy bien, incluida una maratón de fecha más que compleja. Todas merecen consideración y apoyo, pero con cultura deportiva uno sabe que no puede llamar la "más emblemática" a la carrera que no lo es. Singular sí, emblemática no.