ste tipo, capaz de recitar a Shakespeare de memoria y formado en la jesuítica universidad de Deusto, gana 28.000€ al mes más otros 4.500 en propinas de diversa procedencia. Dicen que su libro de cabecera es " La tentación del fracaso", de Julio Ramón Ribeyro. Por si acaso. Preside la CEOE y es el jefe de los empresarios españoles; aunque exfolia txakoli por los cuatro costados. Se llama Antonio Garamendi, y como no es fácil huir de sí mismo dice que no es el momento de subir 15€ el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que ahora se queda en 965€. Lo dice quien se levanta al mes 34 salarios mínimos juntos. Dice que subiendo esos quince euros habrá más economía sumergida y más fraude. Como si los empresarios no tuvieran nada que ver en ello, como si el fraude en las contrataciones fuera algo ajeno a la estructura del mercado laboral; algo que él gestiona y negocia a diario. Garamendi insiste: "los empleadores de trabajadoras del hogar tendrán que hacer un esfuerzo adicional para mantenerlas en casa". Porque "el cumplimiento del salario mínimo llevará a un aumento del salario por hora de este colectivo de empleadas que se traducirá en menos horas de trabajo". Claro, si hubiera más recursos públicos dedicados a los cuidados y la atención de las personas, habría más garantías salariales y menos esfuerzos familiares privados. Habrá que recordarle a Garamendi que las últimas subidas del SMI han ayudado a reducir la desigualdad y la pobreza laboral en un país donde hay 4,5 millones de personas que malviven con 281 euros mensuales. Son los pobres severos, gente que ni aún trabajando dejan de ser pobres pero a los que esta subida les ayuda. En 2019 el SMI subió un 22,3% y ello redujo la desigualdad de ingresos de los hogares y disminuyó el riesgo de pobreza laboral. Por cierto Garamendi, la luz ha subido un 195% y el SMI un 1,58%. Cosas de este carnaval.