amos a tener un comienzo de curso movido. Además del tema de si la jornada continua seguirá siendo o no obligatoria y de las medidas anticovid que haya que ir tomando sobre la marcha, está la incoherencia de los colegios del OPUS que separan a su alumnado por sexo. Por un lado han firmado el concierto con el Gobierno de Navarra comprometiéndose a cumplir la normativa de no segregar al alumnado y, por otro lado, dicen públicamente que van a seguir como hasta ahora (en una entrevista en la Cadena SER representantes del colegio Irabia lo afirmaban rotundamente). Si es así tendrán aulas mixtas de 3 a 6 años y el resto separadas.

¿Pero a qué viene ese interés por crear esas burbujas artificiales de solo chicos y solo chicas? Además de los motivos morales que puedan tener algunas familias, lo que está claro es que lo que priorizan es el éxito académico por encima de la socialización de las personas. Pretender optimizar el rendimiento de los escolares evitando todo tipo de "distracciones" y procurando que cada grupo avance a su ritmo, dando por sentado que son distintos de por sí.

Hay también teorías progresistas que defienden la separación porque dicen que así las niñas pueden desarrollar sus habilidades sin estar todo el tiempo en segundo plano, arrinconadas por los chicos más activos y, en ocasiones, avasalladores.

Todo el mundo tiene parte de razón, pero como sociedad debemos llegar a un acuerdo: ¿Qué queremos? ¿Éxito académico por encima de todo o niñas y niños capaces de interactuar y trabajar con personas diferentes, que respeten y exijan ser respetados, que conozcan su comunidad tal y como es, con toda su variedad y sus matices y que aprendan a vivir y a progresar en ella?