Animados por la plataforma Libres e Iguales, intelectuales, políticos, toreros y Belén Esteban han grabado un fogoso vídeo de apoyo a Felipe VI. Desde sus cocinas, jardines, despachos y sofás, la mayoría se ha limitado a gritar ¡viva el rey! y ¡viva España!, y algunos de paso han alabado la Constitución y la Transición. Si no empuja, me parece estupendo que el vecindario se levante monárquico, patriótico, constitucionalista y haya corrido delante de los grises, de igual modo que me lo parece si se acuesta republicano, apátrida, federalista y también recién corrido delante de los grises. Porque aquí hasta los grises han corrido delante de los grises. Pero confieso que, al menos filosóficamente, se me atraganta el maridaje entre libertad y monarquía. No digamos el marciano cóctel de igualdad y corona. El posmodernismo es lo que tiene: la tortilla sin huevo y el jacobino vasallo. Se admite, aun así, elefante de Botswana como animal de compañía, y se acepta que, por aquello de la crisis, la pandemia y por supuesto los grises, haya quien prefiera agachar la testuz y no menear el cubilete. Así sea. Lo raro es que, tan preocupados por la estabilidad del país y la imagen de las instituciones, lancen sus arengas al ruedo ibérico en lugar de destinarlas a la Casa Real, que es donde un espada ha tropezado varias veces en la misma piedra y en distinta cama. Lo extraño, que siendo tan respetuosos con la ley, tan amantes del orden, no gasten ni una interjección en reñir a quien ha confundido la vara de jefe de Estado con la calculadora de un vulgar comisionista. No nos engañemos: tanto viva el rey también va por él.