"Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:/ yo porque tú eras lo que yo más amaba/ y tú porque yo era el que te amaba más./ Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:/ porque yo podré amar a otras como te amaba a ti/ pero a ti no te amarán como te amaba yo". Aunque el sacerdote Ernesto Cardenal estaba considerado como el poeta de la revolución sandinista, sus mejores versos, los más irónicos, discordantes y descreídos, son de carácter amatorio, incluso aquellos en los que fusiona erotismo y fe religiosa. Insobornable contra la injusticia, militó contra la dictadura de Somoza ("bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni/ asiste a sus mítines/ ni se sienta a la mesa con los gánsters/ ni con los Generales en el Consejo de Guerra"), pero algunas de sus últimas líneas políticamente más aceradas las dedicó contra el gobierno de sus antiguos compañeros de partido y en concreto contra el actual presidente nicaragüense, el corrupto y autoritario Daniel Ortega. Ernesto Cardenal será recordado por su fotografía, de rodillas ante Juan Pablo II, mientras este le recrimina en público su cargo de ministro en el gobierno sandinista. Ese papa, que da nombre a una avenida en Pamplona, no tuvo reparos en suspenderle de su sacerdocio a él y a otros religiosos alineados con la Teología de la Liberación, mientras protegía a pederastas como Marcial Maciel, fundados de los Legionarios de Cristo. Sólo hace un año que Francisco, el actual pontífice, le devolviera su condición sacerdotal. Cardenal, sin calle en nuestra capital, falleció el domingo en Managua a la edad de 95 años. Él vio así su paso al otro mundo: "?la eternidad/ será estar juntos los dos./ Dios que me quiere como si yo fuera Dios./ Alguna vez yo seré experto en amores/ en tu cama, entre las sábanas./ Sexo de Dios". Ojalá haya encontrado lo que buscaba.