l domingo se celebró el Día Mundial de la Esclerosis Lateral Amiotrófica. Unos días antes, Javier Pagola publicaba una carta que titulaba Un año con ELA. Su lectura se me ha instalado como lo hacen esas cosas que sabes que van a tener un recorrido que desconoces pero que te llevarán a un lugar donde no habías estado. Cuando me pasa esto, el final del proceso son unas palabras que condensan el descubrimiento, que reformulan la realidad. En este caso, la realidad no era la noticia, la conocía, sino la forma en que Javier, querido, amigo, la ha hecho pública.

Una forma de amor, eso es a lo que llego. Esa carta es una forma de amor. Es, por supuesto, una expresión de valentía, de alguna manera nuestros cuerpos son nuestros países, nuestros baluartes, nuestra tarjeta de presentación y nuestro estar en el mundo y exponer su intransferible vulnerabilidad es un acto unidireccional de entereza que nos deja al descubierto. Pero si creo que es más que eso, que es un acto amoroso, es porque la finalidad de la exposición es hacer una oferta: Toma, te lo cuento, te puede servir.

En la carta se transparentan dos rasgos que definen al autor. El primero, el impecable desarrollo de la comunicación, su facilidad para crear un contexto, introducirnos en él y llevarnos de la mano, de la manica, hasta el centro más íntimo y desde ahí, situar el discurso en un espacio más amplio y remitirnos a lo social, desde el círculo más próximo al comunitario. Con agradecimiento y reivindicación, que no son posiciones incompatibles. Y el segundo, que en la carta, por debajo de lo escrito, como en la falsilla que mantiene el texto, que no es otra que su forma de mirar, hay mucha ternura e inteligencia. Gracias, Javier.