na semana de guerra más y las que vendrán, que no sabemos, pero en las que nos aguarda lo peor. Eso al menos es lo que decía el presidente Macron: «lo peor está por llegar». ¿Y qué es lo peor? No lo sabemos. La catástrofe humanitaria está confirmada día a día, la nuclear parece pender de un hilo que puede romperse en cualquier momento. La OTAN hace bien en no intervenir... no sabemos por cuanto tiempo. No sé lo que sucederá entre que entregue este artículo y ustedes lo lean.

¿La OTAN o la UE no intervienen por la cuenta que les trae? ¿Qué es lo que no nos han contado? Ucrania se ha quedado más o menos sola, destruida poco a poco en sus infraestructuras, recibiendo ayuda militar europea, no sé en qué cuantía, y ayuda humanitaria, pero enfrentada a un país que puede arrasarla y que con su invasión ha echado a los países de Europa a bastante más de un millón de desplazados, cuyo drama, uno a uno, no estoy muy seguro que seamos del todo capaces de representarnos. Hoy los acogemos con entusiasmo, ¿y mañana? Ese es un reto para todos nosotros, que va a poner a prueba no nuestro espíritu europeo, sino nuestra humanidad. A ver si va a resultar que también, enfrentados a este drama, vamos a acabar viéndonos las caras, como ha sucedido con la pandemia y, salvo que sean las de nuestro bando, no van a gustarnos. Espero que tarden mucho en aparecer los rumores de xenofobia instintiva como siempre los ha habido cuando se trata de displaced persons (personas desplazadas) ese término acuñado al fin de la Segunda Guerra Mundial para referirse a ellas. Esa gente ha perdido su sitio y vive en la desolación por mucha atención que ahora mismo pueda recibir... a la espera de ser admitidos en la Unión Europea... ¿dejarán entonces de ser menos ucranianos? Ojalá. Me pregunto si de haber formado parte Ucrania de la Unión Europea hubiese sido invadida por la Rusia de Putin. Especulaciones vanas ahora mismo, cuando del drama humanitario se trata y de una nada desdeñable amenaza de una tragedia que alcanzaría a todos los países europeos.

Mal momento este para disentir lo más mínimo de la información oficial... y también de quienes atacan a la OTAN, la UE y los Estados Unidos y sus trapacerías constitutivas. No hablo de una tercera vía, sino de pensar por cuenta propia, con arreglo a tu conciencia y a ser posible con un criterio formado sobre bases veraces, al margen de las puramente emocionales, encendidas día a día con imágenes desgarradoras y titulares de impacto forzoso... ¿Cómo no temblar e indignarse cuando ves las instalaciones hospitalarias subterráneas con enfermos graves o parturientas por el suelo?

¿Qué ha pasado con el periodista Pablo González? Encarcelado en Polonia, despojado de cualquier tipo de asistencia jurídica o diplomática, por espionaje a favor de Rusia, ¿cuál es la veracidad de las acusaciones que sobre el pesan y que a modo de baldones y pruebas de cargo, han sido ya publicadas por la prensa de derechas? ¿Por qué el Centro nacional de Inteligencia español molestó de mala manera a la familia de González, porque ese interrogatorio a domicilio no significa otra cosa que acoso y molestia, lo disfracen como lo disfracen? No era una visita de Carnavales. ¿Es delito tener cuenta en la Laboral o escribir en Gara? ¿A favor de quién estaban esos mortadelos? ¿De un nacional o al servicio de intereses extranjeros? Me temo que estas preguntas van a quedar en el aire. Veremos lo que cuenta Pablo González cuando pueda y veremos si las acusaciones son falsas y un montaje policial. Dadas las circunstancias creeré siempre lo que él cuente, no a quienes han actuado como matones o a sus cómplices. No, la invasión de Ucrania no lo justifica todo, salvo aquello que esté expresamente previsto en las leyes.

De la misma manera que me temo que en ese «lo peor está por llegar» de lo que advierte Macron hay otras cosas además de hambruna, catástrofe humanitaria, falta de elementales medios sanitarios, muertos, sin techo, ruinas... Es posible que en aras de una seguridad que excede las soberanías, queden restringidos derechos y libertades en un estado de guerra abierto o encubierto, poco importa. Es posible, sin más. Lo peor está por llegar.