Txikitas ganar, partidas perder
Voy a ir contra corriente. ¿Por qué no? Así como la figura política de Roberto Jiménez no ofrece muchas opciones para análisis y valoraciones, el perfil de Yolanda Barcina lo merece. Su ascenso desde su asiento de catedrática en la UPNA al puesto de mayor responsabilidad tanto en el Gobierno como en el partido mayoritario en la Comunidad, pasando por la alcaldía, dice mucho de su capacidad de adaptación y brega. Ha explotado una forma de hacer política de marketing rocero y declaración que le ha funcionado. El hecho de proceder de otra autonomía, lejos de ser un demérito es un mérito. Es cierto que en el Reyno de los ciegos el tuerto es rey y que está pendiente un plan Pive de políticos, pero lo es también que ha logrado imponerse en cada una de las pugnas en las que se ha enfrascado tanto dentro como fuera del partido. Sin embargo, en el pecado lleva la penitencia: Yolanda gana las batallas, pero pierde las guerras. Ya ensayó como vicerrectora la estrategia de campus quemado. Barcina no hace prisioneros. Se impuso contra Catalán contra todo pronóstico, pero dejó el partido roto. Ha noqueado a Jiménez, pero se ha autoeliminado como interlocutora con el PSN. Quizá ganaría las elecciones. Pero sus triunfos son en realidad fracasos. Nunca vio correr a Induráin... Barcina camina de victoria en victoria hacia su derrota final. Su estilo agresivo, su incuestionable trabajo de mejora continua y su habilidad para rodearse de acólitos a golpe de mando no le servirán para evitar un naufragio a no ser que llegue un flotador azul de Madrid. En su contra han jugado, por un lado, la falta de un fondo de principios éticos y políticos tras su armadura de choque y sonrisa gélida. Por otro, su minusvaloración de la complejidad de la realidad navarra. Esta comunidad -y menos en tiempos de crisis y con el final del comodín de ETA- no se puede gobernar bailando pasodables con jubilados, buscando la foto en procesiones o tirando de Power Point. Algún día en su epitafio político pondrá: "Yolanda Barcina, la mujer a la que se le hacía pequeña Pamplona y le vino grande Navarra". Al tiempo.