el sociólogo Zigmund Bauman sustenta la columna vertebral de uno sus últimos libros en una tesis que da cierto pavor: “El mundo está lleno -dice- y ya no existen esas tierras de nadie sin colonizar donde antes el sistema arrojaba a los desechos humanos”. Esta “sociedad líquida” ya no sabe qué hacer con los “residuos humanos” que deja fuera del sistema, llámense emigrantes, refugiados, excluidos... La globalización neoliberal -opina- lo ha ocupado todo y no da opción al reciclaje más allá de pasar por su aro de la flexibilidad y la precariedad. Los basureros siempre han sido el negativo de nuestra fotografía social. Lo fueron en los pueblos de nuestros padres y abuelos -con una vocación por el reciclaje y la autogestión mayor que la nuestra- y lo son ahora en las ciudades donde una parte de la sociedad se zambulle cada noche en los contenedores buscando comida. Es una estampa que rompe el corazón y remueve la conciencia. Eso sin recordar a Bertold Brecht... Pero no hay que ponerse tan trascendentes. Es mejor tocar temas más ligeros como la política o el deporte, que es de lo que se habla estos días en los bares. Aquí también hay fotos y desechos. No hace falta estar en la Liga de Fútbol Profesional ni ser juez para saber que aquel día en el que el disfraz de rojillo apareció en un contenedor de Barañáin, el futuro de Osasuna estaba sentenciado. El club cambió el olor de los cafés y pinchos de tortilla por el ácido sabor del cemento y el dinero fácil. Y aquí estamos, confiando de nuevo en el corazón rojillo de Martín. Nunca mejor dicho. Y es que Osasuna ejemplifica el fin de un régimen. Un final el que nos vamos a dejar muchos pelos y palos en la gatera. Pero si hubo un club que encarnó el auge y el ocaso del imperio navarrísimo fue el Portland. Soy del Anaita y lo siento por los fieles aficionados al San Antonio, pero es así. El club blanquiazul pasó de levantar copas en Europa a desaparecer sin dejar rastro. Bueno, no del todo. Las fotos de sus éxitos y trofeos han aparecido no hace mucho entre escombros. Una imagen que vale por mil palabras.
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