Se supone que sí, pero hasta el mismo momento de la votación, Asiron no podrá cantar el alirón. Y como esta columna está escrita de víspera, pues quién sabe. Ya lo recordaba ayer Patxi Zabaleta... Pero bueno. Vamos a pensar que el alcaldable de EH Bildu ya tenga a estas horas el bastón de mando. Sólo con eso entraría en la Historia: el primer alcalde nacionalista (al menos salido del armario) de Iruña... En la Historia con mayúsculas -materia de la que es profesor- porque las historias mínimas las escribe cada uno. Los que somos de esa generación de 1970 -que llegó tarde a muchas cosas y demasiado pronto a otras- no hemos tenido mucha suerte con el Ayuntamiento. Porque a Rajoy lo ves por la tele, al presidente de la ONU ni lo conoces, pero el que te toca (lo que sea) nada más salir del portal de casa es tu alcalde. Y no sé. Nos perdimos aquellos apasionantes ayuntamientos del tardofranquismo e inicios de la democracia. Tenemos recuerdos adolescentes de Julián Balduz -el de Plátano Balduz, dos tres...!” - un edil a la bilbaína, pero que tiene en su haber que incluso había conciertos de rock en las calles. Eran los tiempos de la ocupación (con otro Katakrak) de Zapatería 40, hoy domesticada como sala de exposiciones. Luego llegó Chorraut en dos entregas: la de UPN con “Tenemos un alcalde que es un facha y la otra tripartita, cuando ganó con el único programa de “Voy a recuperar el Riau-riau”. Entre medio el infausto Alfredo Jaime de la excavadora que inició una época de gran tensión y división a la que dio mil vueltas de tuerca Yolanda Barcina, que también cosechó varias canciones, algunas demasiado soeces para reproducirlas. El último alcalde se va sin música ni gloria. Porque Maya es al palmarés municipal lo que Caritoux al de la Vuelta: alguien que subió al podium porque el resto del pelotón no se organizó. No ha dejado ni un grito en la calle ni un cántico en sol. Y eso es lo mejor que le puede pasar a Joseba Asiron: que le saquen una tonadilla en Sanfermines. Será señal de que, con detractores y defensores, es un alcalde de proximidad. Ilustración ya tiene pero, ¿sabe tocar el txistu?