La cuadratura del círculo
sánchez se comprometió a desalojar al PP de la Moncloa y lo va a intentar con la fe del apóstol Pedro. Desde el presupuesto elemental del combate de la corrupción institucional, aunque sin el PP no pueda acometer la reforma de la Constitución que enarboló como segunda idea-fuerza, pero también porque se intuye un fiambre político si no accede a la presidencia. El problema irresoluble del voluntarioso Sánchez radica en que pretende la cuadratura del círculo, un apaño con Ciudadanos y Podemos del que ambos reniegan al no compartir prioridades en el afán común de la regeneración y disputarse el electorado harto de las siglas tradicionales. De tal forma que una negociación con el partido de Rivera obligaría a introducir en la ecuación al PP, que nunca jamás entronizará a Sánchez en tanto que fuerza más votada que además tiene mucho que rascar en unos comicios inmediatos precisamente a costa de Ciudadanos. Todos los caminos del Sánchez presidenciable acaban por tanto conduciendo a Iglesias, el croupier al que los barones y la vieja guardia del PSOE no quieren ver ni en pintura porque, en efecto, juega con dos barajas y todas las cartas marcadas. En el sentido de que, si no determina al nuevo Gobierno y además desde dentro incluyendo una visión plurinacional del Estado, propiciará otras elecciones justo para dar el sorpasso al socialismo con una apelación netamente reformista a sus bases. La conclusión es que el golpe de efecto de Sánchez para que la militancia avale o no la solución final perfectamente podría acabar en una consulta que, en lugar de contemplar un acuerdo presidencial inasumible para quienes manejan la organización territorial por las exigencias podemitas, plantee la dicotomía entre abstenerse para favorecer la continuidad del PP -probablemente bajo la exigencia de liquidar a Rajoy como contrapartida básica- o unos comicios en junio en principio letales para el PSOE. Llegado el caso de tan criminal elección, el experto ganador de tiempo Sánchez podría escudarse en la democracia interna para intentar mantenerse como líder del socialismo histórico o más bien de lo que quede de él. Siempre con el beneplácito de la califa Díaz, que asaltará Ferraz cuando guste.