No los soportan. A la derecha le irrita tanto o más que los nacionalistas radicales la gente de la cuerda de Podemos, y en el caso de Pamplona los de Aranzadi. Es matemático, en cada comisión se zumban. Se les nota. Les odian por antisistemas, antinstitucionales (pasan de ir de gala en procesiones...) y por apostar por una democracia participativa y no representativa... vamos que la lían con reuniones pa aquí y pa allá fuera del consistorio a las que van los de siempre. Armando Cuenca a su vez no se corta al referirse a los “amigos del Tenis”, de la enseñanza “concertada”, del “capital”, de la “corrupción”... Y el edil regionalista Juan José Echeverría, que por cierto no quiso dar una explicación sobre el impacto que ha tenido su speech anticomunista en las redes sociales, le sacude a gusto. Seguramente quienes han ostentado el poder hasta hace poco están más acostumbrados a que sean los políticos y técnicos quienes tomen las decisiones. Pero no lo neguemos, también a la ciudadanía le está costando asumir este nuevo modo de gobernar. Falta una base cultural. En su segundo año de legislatura los podemitas han lanzado propuestas rompedoras que están suponiendo la creación de una nueva estructura municipal. Acaban de contratar a cuatro técnicos de participación ciudadana para movilizar a la ciudadanía, procesos ya activos en planes como la sostenibilidad en el Casco Viejo. La prioridad es relanzar los foros de barrio y contar con diagnósticos de cara a los presupuestos participativos del 2018. O sea, que los ciudadanos decidan a dónde va el dinero municipal. También estos nuevos grupos de trabajo se han puesto en marcha a la hora de decidir sobre el futuro de nuevos espacios como es el caso del palacio de Redin y Cruzat, Salesianas, parque Sur, y a futuro de los Caídos. El principal reto es tener un reglamento de participación y crear la figura del Consejo Ciudadano. UPN, pero también PSN, no ven necesario este tipo de participación. Aranzadi quiere también salir a la calle con temas como la igualdad y apoyo al colectivo LGTB, sacar los vehículos del Casco Viejo y meter carriles bici en la grandes avenidas (se precipitaron y se paralizó su plan). Quedan dos años de legislatura y, mientras UPN pregunta dónde están los excrementos de los rumanos y vinculan a Podemos con las dictaduras comunistas, Aranzadi trata de implicar a la ciudadanía en una nueva gestión pública que la ciudadanía tiene que ir digiriendo. Dos extremos, sin duda. Poliki, poliki...