Siempre me ha sorprendido lo poco que hablan del cielo los cristianos; no del astronómico, sino de ése al que se supone que irán una vez mueran, si se han portado bien. Un amigo que se va dos semanas de vacaciones a Perú o a Tailandia investiga más qué se va a encontrar allí y habla más del tema que otros que dicen que van a ir a un sitio para toda la eternidad -que así, a ojo, es mucho tiempo-.

Cierto es que la Santa Madre Iglesia, tan atenta a todos los detalles en otros aspectos, apenas da pistas sobre el cielo, sobre todo en comparación con la cantidad de datos que nos ha dado siempre sobre las penas del Infierno.

Y ese silencio me hace concluir que, en lo referente al cielo, les gustaría creer, pero no lo ven nada claro. Creer en un Dios creador no está en contradicción con lo (poco) que sabemos del universo (no hay pruebas de que desencadenara el Big Bang, pero tampoco de lo contrario). Pero eso de seguir vivos después de muertos sí que plantea problemas lógicos, incluso si solo sigue viva el alma (hay un argumento obvio contra la resurrección del cuerpo: si te mueres con 110 años, ¿tienes que estar para siempre con ese cuerpucho mientras otro que se murió con 20 primaveras disfruta saltando de nube en nube con sus colegas?).

Y la guinda es que, sin estar siquiera segura de que existe, la gente religiosa se quiere quedar el cielo en exclusiva. Un ejemplo: Bosé escribió esto en Twitter tras la muerte de Bimba: “Buen viaje Bimba, mi cómplice, mi compañera, mi amor, mi hija querida. Guíame”. Y el ultracentrista Antonio Burgos le contestó: “Buen viaje ¿dónde? Vaya con el laicismo de la moda del donde quiera que esté...”.

Aparte de que ese exabrupto le acerca mucho más al infierno que al cielo, porque hace falta tener mala baba; de confundir laicismo con ateísmo, que hay que ser ignorante; y de reírse de la ubicación del Más Allá ateo, como si alguien supiera dónde está el cielo cristiano, Burgos es uno de los que están convencidos de que en la puerta del Más Allá pone: Derecho de admisión. Solo para creyentes. Los demás, os quedáis sin eternidad. Haber ido a misa los domingos y fiestas de guardar.