Me alivia saber que mantener más de 400 policías en la ciudad tiene sus ventajas. Digo la cifra porque sé que hay bronca en el tripartito entre los que defienden menos policías más diversión y los que están a favor de una policía de proximidad y de barrio pero renovando el cuerpo. Vamos, sin perder efectivos. Me admira saber que la Policía Municipal de Pamplona llega incluso antes que las ambulancias ante determinadas emergencias (los agentes Alberto Lumbier y Ricardo Asiáin, este sábado en Iturrama). Los mismos héroes me hablaban este sábado de mayores en situación de abandono, de menores en desprotección, de mediación en conflictos vecinales... De realidades sociales en las que trabajan. No tengo el gusto de conocer al señor de 88 años que se encontró cansado mientras caminaba por Abejeras. Quizás en este barrio, además de los policías de proximidad, los nuevos dinamizadores culturales (un nuevo recurso municipal con un equipo de diez personas adjudicado a Sedena y que cuesta 343.219€) tengan ocasión de trabajar con esas personas mayores que viven solas o con jóvenes que carecen de alternativas y a los que hay que hacer más fuertes en la participación social y en la aproximación de los recursos públicos. No tengo tan claro que, como apuntan vecinos de Etxabakoitz, ese trabajo no se esté realizando ya desde los colectivos de calle o los propios equipos de prevención comunitaria. Barrios donde por otro lado los padres van a tener mayores oportunidades para educar a sus hijos. Habrá en total 439 plazas en euskera de 1.324 entre todas las escuelas públicas. Yo creo las cosas se podrían haber hecho mejor en el cambio de modelo de las escuelas infantiles municipales. O, como dice un amigo, quizá sea mejor quitarse los complejos y garantizar de un plumazo todos aquellos derechos lingüísticos que UPN negó durante 30 años. Y hablando de UPN, me resulta indecente que defienda la autonomía municipal cuando le conviene y rechace el proceso para la reforma del mapa local (impecable en su consulta a los entes locales) mientras critica la despenalización de la ikurriña que lo que precisamente garantiza es la libertad de cada ayuntamiento. Por cierto, que cuando Esparza era alcalde de Aoiz y en Villava UPN, mantuvieron la enseña vasca durante fiestas con la Ley de Símbolos en vigor.