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Dos ángeles

e l de Aralar y el de Tudela. Dos tradiciones antiquísimas, incardinadas durante siglos en el acervo popular, de indudable origen y trasfondo religioso pero que celebran igual, o casi, personas creyentes y no creyentes. Pero la cuestión se complica cuando entra por medio la política, la política partidista para ser precisos. Lo acabamos de ver estos días en el Parlamento y en el Ayuntamiento de Tudela. En el Parlamento, Geroa Bai vota con UPN y PPN para hacer posible que el Ángel de Aralar haga la tradicional visita a la Cámara, y el resto de las fuerzas que apoyan al Gobierno y el PSN lo hacen en contra. El mismo día, en el Pleno de Tudela UPN presenta una moción instando a la Corporación a salir en la procesión del Día del Ángel, y aquí sale adelante con el apoyo del PSN, frente al voto contrario de Izquierda-Ezkerra, la CUP y Tudela Puede. Así que al PSN no le gusta que al Ángel de Aralar se le reciba en el Parlamento, pero quiere que otro Ángel, el de Tudela, procesione con sus concejales detrás. Dice su portavoz que ese acto trasciende lo religioso.

Pero no es el PSN el único partido que se proclama de izquierdas al que le chirrían estas cosas. Durante décadas, en el franquismo y en democracia, la Iglesia Católica y las instituciones fueron de la mano, y aún antes por cientos de años, y eso se nota. Me consta que algún alcalde se debate entre seguir su conciencia y quedarse en casa o representar a su pueblo, o a parte de él, con la vara de mando en la procesión. Pero, con todos mis respetos, eso solo es folklore. Si de verdad se quiere separar la Iglesia Católica del Estado se me ocurren un montón de temas sin resolver: las inmatriculaciones de bienes, los privilegios educativos, la exención de impuestos, la financiación mediante fondos públicos con escaso control... Ahí es donde la izquierda tiene trabajo por hacer. Mientras tanto, cada cual que vaya con su ángel favorito. O que no vaya con ninguno.