Franquismo sociológico
la Real Academia de la Lengua Española define el vocablo fundación como “la persona jurídica dedicada a la beneficencia, ciencia, enseñanza o piedad”. Resulta por consiguiente una contradicción in terminis la mera existencia de una Fundación Francisco Franco, genocida y dictador al alimón. Este terrorífico oxímoron, tratándose de una entidad que defiende la “próspera España de Franco” en el marco de “un proceso histórico fecundo de casi 40 años”, adquiere categoría de ignominia colosal cuando se concreta en la recepción de subvenciones públicas de un gobierno democrático. Como ocurrió con el de Aznar al menos entre 2000 y 2003, por valor de 150.000 euros largos, la enésima constatación del vínculo emocional entre ciertas élites del PP, mayormente procedentes de Alianza Popular, y el franquismo. Una ligadura que determina la posición del partido respecto a la España preconstitucional y que obedece a una legitimación intelectual del eufemísticamente denominado alzamiento siquiera como un mal menor frente a la República, objeto en realidad de un golpe de Estado con todas las letras y todos los muertos en el campo de batalla y ajusticiados en la retaguardia, como 3.500 republicanos en Navarra sin que mediara frente de guerra. Sólo así se entienden la presencia del presidente de Melilla -Juan José Imbroda- en el entierro con honores de los restos de Sanjurjo o el alegato de Fernández Díaz en contra de la exhumación de ese general doblemente golpista y de su conmilitón Mola, propalando una imaginaria intención de ganar ahora la guerra civil con aquel saneamiento en Los Caídos de Pamplona, en línea con el miserable reproche de Hernando a los deudos de los asesinados por acordarse a su juicio de esos familiares con el arbitrio de ayudas para sacarlos de las cunetas. Evidencias de un franquismo sociológico que volvió a aflorar recientemente en Navarra, esta vez en forma de insultos de reservistas de la Academia Militar de Zaragoza a la presidenta Barkos por el homenaje a las víctimas de la violencia ultra, y que campa a sus anchas mancillando la Ley de Memoria Histórica pero especialmente la dignidad de los damnificados del fascismo falangista. Como proclamó en Twitter la Fundación Francisco Franco con total impunidad, “si hay que volver a pasar, pasaremos”. La apología de la dictadura, y por tanto del odio criminal, a la vista de quien sepa -y quiera- leer.