No se les escapa una, y menos en estas fechas de cobro de pensión con paga extra y declaración de la renta. En cuestión de cuentas y números, cuando lo que está en juego es lo que se llevan al bolsillo, lo tienen claro, lo entienden todo y lo llevan muy al día. Raramente se equivocan en la fecha del cobro ni en la cantidad a ingresar y manejan con soltura conceptos económicos como inflación, IPC, retención o lo que se tercie. Libreta en mano, más que tarjeta, son los auténticos compañeros de banco, que no banqueros, los que cada mañana buscan la sombra y cada tarde la zona protegida del cierzo, siempre con vistas al ajetreo, que para silencio ya pasan el suyo en sus largas horas de soledad. Jubilados de txapela en invierno y gorra en verano y bastón siempre a punto, cuando no ya el andador o la silla de ruedas. Compañeros de banco como un día lo fue mi padre, en esas largas tardes de paseos por la Rotxapea (a ver si sigue la tendencia de cambiar los nombre de los barrios) y tertulias sin descanso. Los veía antes, cuando le buscaba a él, y los veo ahora, cuando sé que no tengo a nadie que encontrar pero inevitablemente se me va la vista en esa búsqueda ya imposible, y sonrío al verlos y al recordar y siento como que hay un tiempo en el que todo se repite, en el que precisamente en esa repetición de lo conocido puede estar la felicidad de cada día. Suelen ser más hombres que mujeres, viudos en su mayoría, ellas quizás en esa edad no alternan tanto por los bancos y más por el paseo. Pero es todo un mundo verles. Ahora que los bancos de verdad se venden por un euro puedo asegurar que en los barrios y en muchos pueblos hay bancos por los que sus usuarios pagarían mucho más que eso, y no son lugares de los de guardar dinero sino de los de compartir lo más valioso que tenemos con los demás, el tiempo y la vida, en forma de conversación y compañía. Es una buena inversión, mejor que un plan de jubilación. Me gustan esos bancos cuando están llenos de gente, cuando intuyo que sentados en ellos hay tantas vidas por contar como sueños ya cumplidos. Auténticos compañeros de vida, amigos a los que buscas cada tarde celebrando que te has vuelto a encontrar.