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“Bueno, pues molt bé, adiós”

Si Gila viviese y si el asunto no fuera tan serio hubiera tenido un filón con el penúltimo episodio de la crisis catalana y el cruce de ambiguos recados entre Rajoy y Puigdemont. Gallegos haciendo de catalanes. Catalanes haciendo de gallegos... El maestro del humor telefónico hubiera dicho algo así:

-Mariano, oye, que como ya sé que estás liado con desfiles con cabras y militares este puente, casi como que sí, que te contesto el lunes, ¿vale?

-Vale Carles. Pues sí. Tranquilo. No te lo tomes a mal, era por aclarar.... Es que quedé el otro día con el Albert y Pedrito, y nada, para ir pensando el plan del otoño...

Aunque ahora lo que se lleva es el WhatsApp. El Twitter. Pero soportes al margen, lo cierto es que está llegando ya la hora de contenidos nítidos. Y la verdad, no se me ocurre otro mensaje que pudiera mandar Puigdemont tras recibir el ultimátum de Rajoy que aquella frase con la que el bilingüe major Trapero respondió a un periodista monocanal -como el PP- durante el otro gran drama del verano, el atentado yihadista: “Bueno, pues molt bé, pues adiós”. Y luego prepararse para defender Barcelona. Si estuviéramos a principios del siglo XX en lugar del siglo XXI, el consejo sería atrincherarse con los Mossos en La Generalitat como Allende en el palacio de La Moneda y rodear de sacos terreros la sede de TV3 y de los colegios (no los electorales como en el 1-0, los escolares, el tercer gran objetivo del 155). Pero en los tiempos actuales la verdadera lucha se libra en la opinión pública y tiene más efecto un tuit de Piqué que 17.000 policías. Y eso que, -en un escenario europeo y mundial- Puigdemont sigue ganando la batalla a Rajoy. Está por ver si la guerra. Difícil ante un Estado abusón... Porque lo del diálogo está casi finiquitado. Aún así lanzaría una última petición desesperada a los catalanes: por favor, no os vayáis. Y no por la “unidad de España”, sino porque no nos dejéis solos con los del “a por ellos” rojigualda que lo mismo te pegan con una porra que con la Constitución... O al menos, si os vais -si aprecias a alguien, tienes que desearle lo mejor- dejadnos por el camino atado eso del referéndum por si queremos cambiar también de sede. Es la única salida. Democrática, claro.