una selecta representación de los partidos que han gobernado Navarra desde la Transición hasta el verano de 2015 y una cuadrilla de lo más granado de los poderes fácticos del viejo régimen se han reunido de nuevo para conformar una plataforma con el indisimulado objetivo de desgastar al Gobierno del cambio. Están en su perfecto derecho de hacerlo, pero no parece que hayan elegido la fórmula más adecuada. De entrada, chirría la marca elegida. Se autodenominan Futuro de Navarra, pese a que entre sus impulsores predomine sobre todo el pasado. Dicen estar comprometidos con el desarrollo de Navarra, aunque su legado indica que contribuyeron más a afianzar la red clientelar que los intereses generales de la ciudadanía. Aseguran que no cuestionan en absoluto la acción del Ejecutivo foral, pero que dan este salto a la plaza pública porque les preocupa que el TAV y el Canal que ellos empantanaron no sean pronto una realidad. Y amenazan con convocar una manifestación si desde el Gobierno foral no se ponen los medios adecuados para sacar estos proyectos adelante. Toda una declaración de intenciones que a estas alturas no sorprende ni en Katmandú y que es una muestra más de su propia debilidad argumental no exenta de cinismo. A falta de otros motivos para atizar al Gobierno, tratan de rentabilizar electoralmente un problema creado por ellos.

Los mismos protagonistas ya impulsaron el pasado 3 de junio otra manifestación. Entonces, la excusa fue la defensa de la bandera de Navarra que incluso el más cavernícola -con perdón- de los convocantes sabe que no corre peligro alguno. Ahora UPN, PSN y PP trabajan con el mismo modus operandi. Se ponen detrás de una plataforma antes de ver la conveniencia de dar el paso de agitar a sus bases. Veremos si llevan sus intenciones hasta el final en el caso de que sea el Gobierno del PP -todavía sin atisbo de Presupuestos para 2018- el que vuelve a paralizar el TAV y el Canal.