Es un clásico de todos los finales de año que se disparen las facturas de las energías de consumo más básico. El recibo de la luz, que ha experimentado un incremento medio del 10% en 2017, volverá a crecer entre un 2,5% y un 6% en enero, y el sablazo del gas natural a partir del día 1 será del 6,2%. Son precios que habrá que astillar si no queremos sumarnos a la lastimosa lista de víctimas de la pobreza energética y que en absoluto están condicionados a la evolución que experimente el crecimiento la economía. Todo esto coincide en el tiempo con la desvergonzada rueda de prensa que Rajoy y la patronal -también se pusieron en la foto los barandas de UGT y CCOO- dieron este martes para anunciar a bombo y platillo que el salario mínimo interprofesional subirá la friolera del 4% (29 euros) en 2018. Este sueldo de absoluta miseria se establecerá en 736 euros, una cantidad con la que los firmantes del acuerdo no llegan ni al día 5 de cada mes, y cuya subida no da ni para hacer frente a la energética, por lo que quienes cobren este salario van a empezar el 2018 con menos dinero del que cierran este año. También nos dijeron, sin sonrojarse, que el SMI alcanzará los 850 euros en 2020 siempre que la economía crezca al menos al 2,5% y que se creen 450.000 empleos al año. No nos dijeron, sin embargo, que España se ha comprometido con la OTAN a aumentar en un 80% su gasto militar para 2024, que será de 18.000 millones. Gasto que, por otra parte, no estará condicionado a la marcha de la economía, sino que se desembolsará aunque no haya dinero ni para abrir escuelas. Y tampoco nos dijeron que sólo siete de las 35 sociedades del Ibex pagaron por beneficios más del tipo medio que les correspondía en 2016. Entre ellas figuran Iberdrola, cuyos beneficios en los nueve primeros meses de 2017 crecieron un 18,4% hasta rondar los 2.416 millones, y Gas Natural Fenosa, que en este mismo periodo de tiempo ha declarado unas ganancias de 793 millones, y eso a pesar de que es un 14,7% menos que el año pasado.