III presupuesto del cambio
Los gobiernos del cambio encaran en el ecuador del mandato una nueva etapa crucial a la hora de consolidar sus estrategias de progreso y de convencer a la ciudad que no son mero recambio. Tras aprobar como es el caso de Pamplona sus terceros presupuestos, a la tranquilidad de tener cuadradas las cuentas con 204,5 millones de gastos, se suma la ilusión por materializar los proyectos planificados y sudados en anteriores ejercicios, y el vértigo a su vez por afianzar un trabajo en equipo, una gestión compleja, que siente a su vez las bases de futuros gobiernos alternativos. Faltarán años de rodaje tras 16 años de gobierno de la derecha o las clásicas turbulencias de una izquierda incapaz de remar muchas veces en una misma dirección, lo cierto es que las diferencias internas se han zanjado con el respaldo a 14 votos de 27 en este tercer presupuesto. Ahora habrá que ver cómo evoluciona la legislatura, si habrá cambios en la actual alineación o algunos desmarques. Tiene mérito que pese a las restricciones de la ley Montoro se vayan a invertir más de dos millones en los planes de barrios incluyendo la rehabilitación integral de Milagrosa y San Jorge. Se apueste por nuevos equipamientos comunitarios en Txantrea (Salesianas), Casco Viejo (Redín y Cruzat) y Mendillorri (Antzara). 2,2 millones en rehabilitación, se incrementen en un 42% las ayudas sociales y se vayan a reformar 60 viviendas vacías que se suman a las 112 actuales. Pamplona ha conseguido reducir la deuda heredada de UPN en 37 millones en tres años. La ciudadanía ha decidido sobre el parque de Txantrea y lo hará con Caídos. Pero la izquierda siempre lo tiene más difícil para ganarse a la clase media. Nadie se va a quejar porque se apoye con ayudas a sectores vulnerables, por movilizar viviendas para alquiler social, porque se rehabiliten espacios degradados o se pongan en valor zonas verdes. La gente se queja porque se ha blindado el coche al centro como ya lo han hecho otras muchas ciudades europeas y del norte del país. También porque el problema de tráfico se ha extendido a otros barrios en un efecto frontera más que previsible. Por eso es importante hacer las cosas bien y gobernar desde una perspectiva comarcal de gran ciudad: el centro, los barrios y toda la periferia urbana. Para no hacer petachos con proyectos como la movilidad. Para no tener prisas por hacer, aunque en ese afán transformador algunos proyectos tengan que esperar.