Máster chef, ese podría ser el título conseguido por Cristina Cifuentes, y no porque sepa de cocina sino por cómo ha sabido cocinarse un título universitario sin los mínimos ingredientes: estar matriculada en plazo, asistir a clase, aprobar las materias y entregar el Trabajo Fin de Máster. Más allá de dónde queda su credibilidad como política, imposible de sostener por muchos puentes que quiera tenderle su partido, peor es lo tocada que queda la credibilidad de la Universidad en particular y del sistema universitario en general. Porque que la presidenta de la Comunidad de Madrid, del PP, obtenga el Máster en Derecho Autonómico en la Universidad Rey Juan Carlos, un centro público pagado por todos, con notas falsificadas es un engaño a toda la comunidad universitaria, a todos los miles de estudiantes que año tras año se dejan su dinero y sus horas de estudio para completar un curriculum que les ayude a entrar en el mercado laboral. Hay que tener en cuenta que España es uno de los países europeos con los precios de los máster más altos, lo que obliga a muchas familias a hipotecarse para poder ofrecerles esa formación a sus hijos. Y ahora están viendo como regalan los títulos. Por eso la de Cifuentes es una mentira tan grave que ningún votante debería confiar en alguien que, según se ha sabido, lleva mintiendo más de 25 años en su propio curriculum, haciendo aparecer y desaparecer títulos de legislatura en legislatura. Dimitir es lo mínimo que debería hacer, por responsabilidad, por ética, por respeto, pero su dimisión no acabaría con la mala imagen que estos días envuelve al mundo universitario. Si se ha hecho una vez, ¿cuántas más se ha podido hacer? ¿Cuánto de engaño y trampa hay en los aprobados o suspendidos de este tipo de enseñanzas? En el caso de Cifuentes le cambiaron dos notas de No presentada a Notable tres años después de matricularse en 2011 (con el Máster empezado) y sin que coste nueva matrícula. Los responsables de la Universidad lo achacaron en su primera y desafortunada intervención pública a la “mala transcripción en la introducción de las notas”, vamos el típico error informático que vale para todo y que esta vez no ha valido. Porque cuando ya no hay ni rastro de su Trabajo Fin de Máster, los compañeros de clase aseguran que no la han visto por el aula y se descubre que también hay firmas de profesoras falsificadas... la cosa ya se pasa de frenada. Tan cocinado, que se ha quemado.