volver a tomar las calles, no queda otra. Ante la injusticia de la justicia solo nos queda manifestarnos, como hace una semana ante la sentencia de Altsasu, como ayer de nuevo tras el último despropósito en relación a la violación grupal de Sanfermines, violación sí, aunque sus autores estén condenados por abuso sexual. No queremos una justicia ciega ni sorda que da la espalda a los ciudadanos y ciudadanas e ignora el sentir social; una justicia vergonzosamente machista y lejana. Triste estreno de verano en Iruña con la preocupante decisión judicial de la puesta en libertad provisional de los cinco miembros de La Manada. Indignación, impotencia, incomprensión, injusticia, tristeza, inseguridad, amargura, miedo, rabia... Las mismas palabras que ya pronunciamos hace unos meses al conocerse la sentencia, se repiten de nuevo como en un mal estribillo de una historia que nunca debería haber ocurrido y menos avanzar en la dirección que avanza. Los cinco miembros de La Manada, condenados a nueve años de prisión por un delito de abuso sexual en grupo contra una joven de 18 años de la que abusaron en un portal en San Fermín, están de nuevo en la calle y hasta podrían volver a la fiesta. Qué barbaridad. Quienes les han soltado, el juez del indecente voto particular que tildaba la violación de jolgorio y la jueza que tras condenarles antes por abuso ahora ha cambiado de criterio sobre su puesta en libertad, creen que tras un delito tan grave no hay riesgo de fuga ni riesgo de que vuelvan a delinquir. ¿Qué nos están contando? ¿Dónde han estado recluidos estos jueces todo este tiempo para no saber que lo mismo que los cinco jóvenes hicieron en San Fermín lo habían hecho ya en Pozo Blanco y quién sabe donde más y según sus mensajes pensaban seguir haciéndolo si no llega a ser porque una joven valiente se cruzó en su camino y les denunció? Sí, les denunció porque había sido violada y todos menos un juez le creímos y ahora de nuevo la justicia la vuelve a violar dejando en libertad a sus agresores para que celebren en la calle el segundo aniversario de su azaña. Lo que ocurra con la víctima parece no importarles. No esperábamos que el juez discrepante cambiara de criterio, pero menos aún que lo hiciera la jueza que sí vio abuso sexual y por tanto les condenó. Que estos cinco agresores estén ya libres es una mala noticia para Iruña, para la fiesta, para las mujeres, para la sociedad en general, para la justicia; una decisión que lanza el inquietante mensaje de la impunidad para los agresores y la impotencia y desprotección para las mujeres ante un sistema judicial que no nos protege ni garantiza nuestros derechos.
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