Apología del machismo
Es que no merecen ni ser nombrados. Hay tiranos en este Estado que se sirven del relativo poder que les atribuye disponer de un micrófono y un programa de radio para decir lo que les de la gana sin que nadie se atreva a calibrar sus consecuencias y hacer que paguen por su delito. Porque, no nos engañemos, la situación a la que se le ha sometido a la vicepresidenta del Gobierno de España, Carmen Calvo, esta semana no tiene parangón. Resulta que para acudir a hablar con un prelado del Vaticano o te pones mantilla y peineta y una túnica negra o no vas con la vestimenta adecuada. Y eso en un Estado aconfesional y cuyas autoridades, en este caso, se ocupan en resolver lo que preocupa: sacar al dictador de su acomodado monumento y ponerlo en un lugar donde pase desapercibido.
Bueno, pues en estas andaba la vicepresidenta Carmen Calvo con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, cuando de este encuentro una banda de delincuentes en vez de informar, hacen chanza, ríen juntos y aluden al físico de la representante por ser mujer. Estamos ante un claro delito de apología del machismo. Nunca esta cuadrilla se habría pronunciado igual si en vez de vicepresidenta hubiera sido vicepresidente. Una sociedad democrática debe apostar por la igualdad. Intentar derrotar a una representante del pueblo, guste o no, mediante la chanza, el machismo y la ordinariez dice mucho de sus autores; unos autores que recurren a lugares comunes soeces porque, en el fondo, no soportan, primero, que una mujer lleve las riendas políticas y, segundo, que se quiera sacar a Franco de su monumento para darle una sepultura discreta ajena a reconocimientos totalmente inmerecidos. Esta chanza duele y huele a viejos tiempos. Es inaguantable y creo que ha llegado el momento de que, como el dictador, esos delincuentes salgan de su acomodado monumento y se vayan a casa por forajidos, soeces y machistas. Desde luego flaco favor hacen a la causa de esa emisora y al conjunto de informadores decentes.