Sacramento Roca, la mujer de 36 años que fue asesinada el pasado viernes a cuchilladas por su expareja Rafael Pantoja, de 45, le denunció por poner carteles ofreciendo sexo con su número de teléfono después de romper. Se acababa de separar tras un año de relación. Es la víctima número 44 en el contador al menos oficial (solo tiene en cuenta muertas a manos de parejas y exparejas) de asesinatos por violencia machista. Nos hemos habituado, uno al día, y no generan la alarma social que debería siendo la mayor vulneración de derechos humanos que puede soportar una sociedad, muy por encima de cualquier modo de terrorismo. Por el hecho de ser MUJER. “No son cifras. Son nuestras vidas” es el lema que han elegido este año los ayuntamientos navarros en colaboración con el INAI para conmemorar el 25-N. Cifras que, es cierto, no cuentan una historia de la que poder aprender o sacar conclusiones... Los asesinatos son de hecho la punta del iceberg de muchas violencias cotidianas y sutiles que viven las mujeres. Es por esta razón por la que los ayuntamientos vienen trabajando -y reforzando- políticas de igualdad. En apoyo psicológico a mujeres, las que quieren denunciar y las que no o que están en procesos de separación... en formar monitores de deporte o tiempo libre, en preparar a personal y policía local... en campañas con colectivos y jóvenes. Técnicas de igualdad que han respaldado Skolae porque ya rompieron lanzas por la coeducación en los colegios. Programas que se demonizan porque, más allá de romper roles y estereotipos, ofrecen herramientas para reflexionar y cuestionar la organización social y económica montada entorno a la desigualdad de género, algo que molesta a muchos sectores de esta sociedad. Uno de los puntos de Skolae aborda precisamente la independencia personal y la llamada “centralidad del empleo” (la importancia del trabajo pero también del cuidado) tanto de chicos como de chicas. Las chicas jóvenes (estudio del Ayuntamiento de Iruña) ganan menos que ellos. Las mujeres en general no van a tener la misma jubilación porque tienen que conciliar, ellas se han incorporado a la espera pública pero no los hombres a los “cuidados”, no trabajan en los mismos sectores, y tampoco perciben los mismos pluses y complementos que ello con la misma categoría laboral. La división sexual del trabajo genera privilegios con los que funciona el mundo. Y señalarlos es ideología. Ideología de genero. Guste o no.
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