Creo que somos muchos y muchas los que nos preguntamos en qué manera difundir noticias sobre Vox, por muy contrarias y críticas que sean con sus planteamientos, no contribuye a expandir sus ideas, a dar voz a su ideología ultra, de extrema derecha, que se ha colado como un frío viento de invierno en el panorama estatal dejando un poso de niebla que nos impide ver qué hay realmente detrás de todo ese discurso. Un discurso que se mueve y crece en las redes sociales y que se magnifica con los altavoces de los medios, un peligroso discurso de provocación hasta el extremo, casi patético, de retroceso, de ataque a los pilares básicos de la democracia, de atentado contra las mujeres, los inmigrantes, lo público y muchos de los logros sociales más importantes de este siglo y del pasado. Un discurso, en definitiva, que nunca debería haber entrado en nuestras agendas y que ahora en cambio corremos el riesgo de que acabe sacando de ellas lo verdaderamente importante mientras tratamos de averiguar qué hacer y cómo actuar para frenar este peligroso avance que es en realidad nuestro mayor retroceso. Los periodistas en general y la ciudadanía en particular llevamos tiempo tratando de entender el fenómeno de la extrema derecha en Europa, en países cercamos como Francia o Alemania, o en América Latina con la última incorporación de Bolsonaro en Brasil. Pero lo hacíamos desde lejos, como quien habla de eso que siempre les pasa a otros, como el amigo que cuenta que otro amigo se separa sin darse cuenta de que es su propio matrimonio el que se está hundiendo, como sin darnos por aludidos de que la extrema derecha no es que llegue, es que ya estaba y solo se está asomando. El problema son las mentes que tienen dentro ideas como la que ahora difunde Vox, las de todas y todos los que les votan para alentar su mensaje racista, xenófobo, machista, antisocial y retrogrado. Y en eso seguimos muy por detrás de Europa. Mientras en otros países sus gobernantes, de diferentes partidos, han tenido claro que para proteger a sus Estados no hay que negociar nunca con la extrema derecha sino aislarla y derrotarla en las urnas, aquí parece que hay barra libre para cualquier despropósito.