l partido más proclive a recetar ilegalizaciones ha vivido sus mejores días a los mandos del Gobierno del Estado fuera de la ley, qué terrible paradoja. Así ocurrió en el aznarismo glorioso con los sobres de dinero negro que Bárcenas apuntó con precisión suiza -nunca mejor dicho-, una financiación irregular estructural mediante la que incluso se pagaron en B las obras de la sede central del PP. Y también al margen de la legalidad operó la presidencia de Rajoy, pues para tapar la corrupción se perpetraron otros delitos en el marco de un espionaje al extesorero delator efectuado hasta en la propia cárcel, en una concienzuda obstrucción a la Justicia que llegó al extremo de destruir pruebas obrantes en ordenadores y a un robo fallido en el domicilio del propio Bárcenas. Todo a través de una operativa parapolicial que ponía los “pelos de punta”, según admitió el comisario responsable al juez, y que se extendió a la elaboración de informes falsos contra Podemos y a practicar escuchas ilegales al soberanismo catalán. A falta de incidencia ejecutiva una vez extraviada la Moncloa, y en minoría legislativa pese a la pinza habitual con Vox, el PP persiste en boicotear la renovación de la cúpula del Poder Judicial para no perder su posición hegemónica en los estratos superiores de la magistratura -así pudo comprobarse en el acto del CGPJ en Barcelona al socaire de la polémica por la ausencia del rey-, justo cuando se agolpan las causas en su contra. Una insumisión que acredita cómo el PP supedita los usos democráticos a sus intereses de parte, con el tradicional recurso a las cortinas de ese humo que luego propagan los medios afines, ayer mismo ETA para vetar la transferencia de las prisiones a la CAV. Ahora en el contexto de una pandemia que está reduciendo a caricatura del trumpismo a un PP fuera de la realidad de tanto tergiversarla, manipulando a diario los datos de covid en Madrid y con Ayuso como profeta de la gobernanza populista y extremosa que aguarda si Casado alcanza la presidencia. Lo escandaloso es que se trata de una hipótesis plausible a pesar de todo lo antedicho, sirva la hemeroteca para certificar cómo el PP ha reemplazado al PSOE a cada crisis económica. Aterra solo pensarlo, sí.