ingún argumento racional tendrá un efecto racional en un hombre -o mujer- que no quiere adoptar una actitud racional. Esta máxima del filósofo Karl Popper ha inspirado toda la estrategia de Ayuso, hasta tragarse al centro liberal y masacrar a la izquierda en todas sus tonalidades. El éxito radica en marcar la agenda con unas ayusadas tan simples en su expresión por su burdo maniqueísmo como eficaces para impactar en el ánimo de un electorado saturado de restricciones y temeroso ante un futuro incierto. De tal manera que se ha impuesto una política emocional que, además de suplantar a los argumentos, echa cal viva sobre el pasado. Sólo así puede comprenderse que Ayuso y Casado celebren semejante victoria en la misma sede de la que el PP se va a mudar por su hedor a corrupción. Es mucho decir que el actual viento a favor de Madrid propulse a Casado hasta la Moncloa, pero no puede discutirse que la estrella de Sánchez mengua pese a los avances en la vacunación cuando el próximo bienio de crisis económica perjudica las expectativas del PSOE, que ya no es la principal fuerza de oposición ni contra Ayuso ni contra Feijóo en Galicia. En este contexto, el ala más conservadora y centralista del socialismo español ha vuelto rauda a enseñar la patita exigiendo una moderación que cuestiona de cabo a rabo el Gobierno de Chivite y sin embargo avala el laissez faire del PSN a Maya en Pamplona. Así que el péndulo del PSOE, ahora escorado nítidamente a la izquierda con el navarro Cerdán como capataz federal, comienza a moverse y más rápido lo hará si el susanismoresiste en Andalucía tras una batalla cruenta. Y ahí tenemos a Javier Esparza, cruzando los dedos para que por primera vez sus intereses se alineen con un cambio de ciclo en el PSOE que le distancie de Podemos y no digamos de EH Bildu. A Esparza le queda una bala, la del enjuague socialista con el regionalismo siempre con el pretexto de no desgastarse en los caladeros tradicionales desde el felipismo. Aunque, para esa vuelta al servilismo del PSN, Navarra Suma se antoja un impedimento. Y no por Ciudadanos, un muerto viviente, sino porque UPN siga ligando su destino al PP cuando no les alcanza para gobernar. Si Esparza se presentase en solitario en 2023, podría tener una oportunidad. La última.

Esparza cruza los dedos para que por primera vez sus intereses se alineen con un cambio de ciclo en el PSOE, pero esa única oportunidad pasa por finiquitar Navarra Suma