Desde luego que lo mejor sería votar con el corazón, votar por amor. Elegir ese político y políticas que nos llega de verdad por su honestidad, valía y credibilidad, y apostar el programa que más encaje con lo que pensamos y sentimos en la vida. Pero no siempre es así. Y no porque el cerebro sea el contrapeso. Dicen los psicoterapeutas y expertos que muchas veces creemos que votamos con la cabeza cuando realmente votamos desde las emociones, es decir, con las tripas.

Creemos que razonamos y pensamos la manera en la que sopesamos las diferentes ideas e intereses cuando realmente no somos tan conscientes de lo que realmente nos motiva. Periódicamente revisamos todo lo que tiene que ver con nuestra identidad ideológica, aquello que nos da seguridad y bienestar a nuestro entorno y cultura que se debate en nuestro foro interno junto al deseo de transformar y hacer una sociedad más justa. Y es en ese dilema donde reaparecen ocultos muchos factores que se nos escapan, odios heredados, experiencias personales o profesionales... Sea como fuere no habrá seguramente elecciones más emocionantes (hablo de las generales, forales y municipales) que las que nos vienen encima. Apostar por candidaturas más viables, el llamado voto útil, formará parte de ese dilema pero yo creo que mucha gente se va a movilizar en el ámbito regional y local para contrarrestar uno de los dos bloques (derechas o izquierdas). La derecha, como siempre bien organizada, va unida; el resto a su aire, lo que puede traer consecuencias. En el caso de Iruña, la administración más cercana, 14 votos es el número mágico para conseguir la mayoría absoluta. Asiron se hizo con la Alcaldía en 2015 gracias al apoyo de las cuatro fuerzas del cambio (EH Bildu, Geroa Bai, Aranzadi e I-E) tras siete legislaturas de gobiernos de derechas. Quedarte con estos 4 años por mucho de bueno para la ciudad que hayas hecho sería una gran derrota. Sin duda. Podemos ha lanzado un órdago a IU y Batzarre para ir de la mano pero I-E ya han anunciado a su candidata en Iruña. Aranzadi a su vez aboga por una confluencia con I-E, Batzarre, Podemos y Equo bajo la fórmula que sea. Nadie entendería que la desunión de la izquierda termine siendo determinante para inclinar la balanza hacia la derecha. No hay que olvidar que un número importante de votos quedaron sin representación en la anterior cita porque candidaturas como Ciudadanos o PP no lograron el límite del 5% de los votos válidos que establece la LOREG. La suma de esos votos hubiera sido suficiente (en aplicación de la ley d’Hont) para que el cuatripartito perdiera dos escaños y se hubiera quedado en 12, mientras que UPN-PP-Ciudadanos empataría con otros 12, siendo los 3 votos del PSN decisivos (...). Con un bloque más fuerte de izquierdas (Podemos, I-E, Equo y Aranzadi) y la derecha -a tres bandas- unida, el cuatripartito hubiera quedado a un concejal de la mayoría absoluta, en la misma simulación. 13-11, y el PSN en medio.

Siempre queda la duda de saber si determinados votantes regionalistas rechazarían algunas siglas como PP o Ciudadanos. O si la movilización contra la derecha va a reducir la abstención. Si el resultado de las generales influirá en las forales y municipales. Otra incógnita es qué pasará con Vox. ¿Se cansará la gente de tanta papeleta y 5 urnas en apenas dos meses y llegará muerta a las municipales? Ya digo, con corazón, tripa o cabeza, van a ser unas elecciones de infarto.