Ya sabemos que no se trata de castigos divinos pero todas las debacles que están ocurriendo en la tierra tampoco podríamos denominarlas ciclos naturales. Ni la covid, ni la polilla del boj o la última plaga de hongos en los viñedos que ha mermado la cosecha de este año. Sabemos que la mariposa taladro que ha devorado los geranios de nuestros balcones o algunas alimañas que están desatadas atacando gallinas en la Comarca no tienen la culpa de buscar organismos vivos con los que alimentarse y propagarse. Su objetivo es ese, crecer y reproducirse. También la tierra tiembla en "enjambres sísmicos" por las características geológicas del terreno pero hay varias teorías que apuntan a que el llenado del pantano de Itoiz a partir de 2004 pudo haber agravado esa posición de corteza muy fracturada junto al Pirineo. Otras no. ¿La combinación de soberbia humana, cambio climático y explotación de ecosistemas nos está pasando factura? ¿Llegarán nuevos virus de lugares insospechados pegados a granjas que ceban a animales cuya trazabilidad no controlamos? Cierto que los brotes de coronavirus de este otoño se intentan controlar con un esfuerzo titánico y cantidad de medios. Como si pudiéramos minimizarlo... La realidad es que en verano siguió circulando (de menos a más) y ahora parece difícil detenerlo. Si añadimos que comunidades como la de Madrid están disparadas en contagios ¿quién se atreve a pronosticar nada? No hay muros que se le resistan y las fronteras entre comunidades son permeables. Solo en Peralta tras el confinamiento se han contabilizado más de 10.000 vehículos entrando y saliendo a diario. Mucha movilidad en un pueblo con una actividad industrial y económica potente. A su lado, Calahorra, Arnedo y Rincón del Soto ya están confinadas una semana después. Y Funes, Falces y San Adrián también. Dicen que el 75% de los contagios se dan en el "ámbito sociofamiliar". Correcto, pero los contagios asintomáticos circulan de manera libre. Vamos a seguir apelando a la responsabilidad pero este virus y otros vino para colarse. Aunque vivamos en modo alerta y flagelo. Un@s más que otr@s.