“i punto de partida fue dar por muerto al tipo que había sido hasta entonces”. La frase es lúgubre y, no cabe duda, sirve de inicio para una historia de miedo, suspense o incluso cuento de terror si se le ponen las gotas adecuadas y se acuna la ficción entre mordiscos al alma. De lo negra que es, la afirmación anima a buscarle la vuelta y ser utilizada como comienzo desconcertante de un monólogo cómico que nos lleve por caminos de vete a saber dónde y que, quizá, gracias al cruce de ocurrencias se desate el nudo tétrico y salgamos a carcajadas. La idea también retumba como sintonía de un drama interior. La frase la dijo en una entrevista a este periódico Ángel Martín, el guionista, humorista, monologuista y presentador de televisión que ha publicado un libro sobre ese capítulo de su vida en que se quebró y que resume en esa reflexión el regate para cambiar y mejorar. La vivencia muy dura de un tipo reconocible como encantador, que trasmitía de todo menos desasosiego interior y que condimentada sus apariciones con ingenio y nunca asperezas. Y aunque desde la tele solo nos llegaba una imagen superficial, resulta que la risueña presencia del presentador era solo apariencia de un interior ardiendo, con muchos demonios alimentando esa quemazón de no se sabe qué. La verdad es que la velocidad a la que se ponen nuestras cabecitas siempre ha resultado un enigma.

Y como los personajes públicos tienen la llave de la atención, pues te pones a revisar estas cosas por curiosear y vas viendo en qué consiste un brote psicótico -el diagnóstico médico que le dieron-, y así continuas indagando hacia otras partes y resulta que la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, establece más de 400 enfermedades mentales. Aunque supongo que la cifra se multiplicará a efectos reales porque porque cada cual almacenamos nuestras gaitas y personalizamos esta enumeración aséptica y terrible.

Ángel Martín también explicó que su proceso hacia la locura -un episodio que revisa ahora con humor porque se ha recuperado y contarlo también le sirve de tratamiento- fue la suma de momentos nocivos que le fueron cargando hasta que explotó. Quizás el problema de pensar que todo va bien, que debe ir bien a pesar de algún miedo, tensión, prisa, presión, dudas, agobios, problemas, sustos, decepciones, también alegrías, momentazos, ilusiones. El panorama que nos rodea advierte que hay que tener mucho cuidado con estos estallidos repentinos, porque no sabes lo que se pueden llevar por delante. Ni cuándo se arman. Ni quién lo hace. Ni por qué.

“Mi punto de partida fue dar por muerto al tipo que había sido hasta entonces”, una frase para película de suspense, cuento de terror o monólogo cómico