la campaña electoral más larga de la historia se encamina inexorable hacia el 10-N con una mezcla de apatía y hastío en la ciudadanía y de preocupación y fariseismo en los partidos. Tras el preocupante desgobierno y la incapacidad para llegar a acuerdos todos se han juramentado para que se forme Ejecutivo tras pasar por las urnas, caiga quien caiga. Tras escurrir el bulto durante meses, nadie quiere aparecer ante el examen de las urnas como un impedimento para la gobernabilidad. La denostada cultura del pacto impera ahora por doquier y ninguna formación habla ya de líneas rojas o cordones sanitarios no sea que el electorado tome nota. La desafección de la ciudadanía con los partidos es general y la prioridad es que gestionen la estabilidad a partir del escenario que salga de las urnas. Que, por cierto y si las encuestas no fallan esta vez, no será muy diferente a la actual. Los estandartes de la nueva política están de capa caída, pero el bipartidismo tampoco está como para echar cohetes y está lejos de imponer sus antiguas mayorías. Y con Catalunya en el horizonte, un conflicto que no encuentra una solución política de futuro. Con este escenario, los partidos cerraron ayer sus listas con escasos cambios, por lo que deberán ser los mismos protagonistas que naufragaron en el diálogo y el pacto los responsables otra vez de sacar al país del atolladero. El decorado ha cambiado mínimamente, pero hay más actores inesperados: la irrupción de una nueva fuerza de izquierdas de la mano de Errejón; la constatación casi general de que hay que tomar medidas urgentes y eficaces para afrontar la crisis que se avecina -si no nos ha empezado ya a arrollar-; la inmediata sentencia del procés, que puede saltar por los aires la campaña; y sobre todo el abanico pactista está más abierto que nunca. Ya que se elige entre los mismos que hace cinco meses los dirigentes tienen la última oportunidad de no defraudar, aplicarse más al servicio del interés general y recordar que los sondeos registran ya que los políticos y su ineficacia son unos de los principales problemas del país.