la moción presentada ayer en el Senado por el PP y aprobada con los votos del partido de Casado, Ciudadanos, UPN y Foro Asturias instando al gobierno español a no cumplimentar el traspaso de las competencias pendientes porque, a su juicio, “se lesiona la unidad de España” retrata en toda su crudeza la realidad de quienes la respaldan. Ni siquiera se trata de que la moción tenga una pretensión electoral, que ya de por sí definiría a quien la presenta y a quienes la apoyan, por situar sus intereses partidistas por encima del cumplimiento de la ley, sino de que los principios, si pueden denominarse así, ánimo e intenciones que mueven la política del PP y sus partidos-satélite, también de Ciudadanos, evidencian cada vez de modo más nítido la distancia que les separa de los acuerdos y el espíritu de consenso que hizo posible la Transición. La moción citaba en concreto a las transferencias que ha negociado el PNV con el Gobierno de Sánchez -sin olvidar que no ha incluido en el catálogo prisiones ni gestión económica de la Seguridad Social-, pero su connotación centralista y antiforal sirve igualmente para las competencias que también tiene pactadas Navarra con el Estado y aún pendientes, 24 en total. Por eso que UPN haya dado su apoyo a esta iniciativa sólo es un reflejo más de su alineamiento y sumisión políticas con los sectores políticos de la derecha española favorables a la supresión o limitación de las capacidad políticas del autogobierno foral de Navarra. Otro inmenso error político de la línea actual la UPN de Esparza. La mera pretensión de que el Estado no traspase las competencias pendientes reconocidas por este les sitúa al margen de la Constitución y el Estatuto y desnuda la ideología que subyace en quienes se han venido arrogando en tantas ocasiones la defensa del texto constitucional y de la legalidad vigente siempre, eso sí, desde su interesada y parcial interpretación, que nada tiene que ver con el respeto a las mismas. De ello se deduce también la importancia que conceden a Navarra y a los intereses generales de sus ciudadanos Esparza y sus actuales aliados Casado, Rivera o Abascal. UPN sacrifica la defensa y la respuesta a las exigencias y necesidades de esta sociedad vasca cálculos electorales en el Estado soportados únicamente en la pretensión de ahogar el estrépito de la probada corrupción y la reiterada ineficacia con un discurso estruendoso del frentismo derechista y ultra que enlaza peligrosamente con los peores populismos españoles del pasado siglo.