la decisión del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, de suspender hasta hoy las negociaciones entre los líderes de los estados miembro para la designación de los principales cargos de las instituciones europeas de cara a esta novena legislatura va más allá de confirmar las notorias discrepancias entre familias políticas, también las desavenencias norte-sur y este-oeste, para convertirse en amenaza a la cohesión de la UE, otra más. Cuando la confrontación de intereses entre los populares del PPE y la entente de socialdemócratas y reformistas de Renew Europe (antigua ALDE) parecía hallar una vía, la revuelta dentro del PPE de los países del Este reunidos en torno a lo que se denomina como Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) contra la posibilidad de que el socialdemócrata Frans Timmermans presida la Comisión deja todo pendiente... y quizá a expensas de la elección también hoy en la primera sesión del Parlamento Europeo del sucesor de Antonio Tajani (PPE) en la presidencia de la Eurocámara. Que dicha elección precise de mayoría absoluta y la dificultad para obtenerla sin uno de los dos grandes grupos -el PPE necesitaría a todos los ultras y euroescépticos y SD y Renew a Verdes y todo el GUE, el grupo de Sinn Fein y EH Bildu- parece, en cualquier caso y salvo sorpresa, que dejará una vez más la decisión en el Consejo, en los Estados, pero este sigue necesitando asimismo una mayoría cualificada de 21 países con al menos el 65% de la población de la UE que con el rechazo de los países del Este, también de Italia, a la propuesta consensuada por Francia, Alemania, España y Holanda no parece al alcance cuando en la Eurocámara comienzan a correr los plazos para la elección del presidente de la CE. Con el problema añadido de que, con agosto inhábil, la posterior conformación de la Comisión, que precisa las audiencias previas de todos los comisarios, la designación definitiva del presidente y el gobierno de la Unión Europea no se cerraría, de acuerdo a los plazos de la legislatura ahora finalizada, hasta apenas días antes del 31 de octubre, fecha definitiva del brexit. Y la UE no se lo puede permitir. La solución, una vez asumido por el PPE que Weber no presidiría la Comisión, podría pasar por una alternativa -quizá reformista: Verhofstad, Michel, Vestager...- al socialdemócrata Timmermans.