Le ha faltado tiempo al tridente de la derecha española -cada vez más radicalizado y crecido tras el fracaso en el intento de investidura de Pedro Sánchez y cada vez más unido en sus objetivos estratégicos- para arremeter contra el acuerdo alcanzado entre PSN, Geroa Bai y Podemos para un Gobierno plural en Navarra con el apoyo de I-E. Era muy previsible una crítica feroz a ese pacto, por cuanto priva a los representantes de ese viejo régimen de reconquistar el poder que perdieron con el Gobierno del cambio de Uxue Barkos. Pero una cosa es la crítica y otra muy distinta es la ofensiva, el ataque sin ningún escrúpulo, utilizando argumentos manipulados o directamente falsos con el objetivo de soliviantar de manera torticera a la opinión pública para presionar al adversario político en favor de los intereses propios. Eso es, ni más ni menos, lo que está sucediendo con Navarra. Ya dábamos por hecho que la Comunidad Foral y su gobernabilidad iban a ser tomadas, una vez más, como cuestión de Estado por la derecha política y mediática española. La oferta lanzada por UPN a Pedro Sánchez, ofreciéndole frívola e incosistentemente sus votos en la investidura a cambio de impedir que María Chivite fuera presidenta y facilitar un gobierno de Navarra Suma ya era más que significativo. Ahora, forjado ya el acuerdo plural, el hecho de que el nuevo Ejecutivo tripartito precise de la abstención de EH Bildu ha servido de sucia munición para intentar convertir de nuevo a Navarra en rehén de intereses políticos ajenos por completo a los ciudadanos y ciudadanas de la Comunidad Foral y que pretenden que sea moneda de cambio en el Estado. Lo vino a explicitar ayer la vicesecretaria de Estudios y Programas del PP, Andrea Levy, quien condicionó cualquier diálogo con Sánchez a que rompa el que denominó “pacto de la vergüenza”, argumentando, falsamente, que los socialistas han negociado y acordado con EH Bildu, una formación, por otro lado, absolutamente legal, representativa y legitimada. Por mucho que lo repitan las derechas, no es verdad que haya habido pacto alguno con Bildu, aunque exigirles rigor y vergüenza política es, a estas alturas, inútil. Lo bueno es que, al menos esta vez sí, Navarra va a ser lo que decidan los ciudadanos de esta comunidad y se gobernará conforme a su voluntad democrática.