Las discrepancias planteadas ayer por el PP vasco en cuanto al reparto de las listas han añadido una tensión no sopesada al acuerdo de las direcciones PP y Ciudadanos para concurrir juntos a las próximas elecciones al Parlamento Vasco el 5 de abril, que parecía resuelta el miércoles pese a que no habrá un acuerdo similar de cara a los comicios gallegos. Sirve ese malestar de constatación del interés real que les mueve a presentarse en coalición en la CAV, siempre supeditado a los objetivos de la política estatal, con un proyecto de España Suma en el horizonte. Pero esos desacuerdos también ponen de manifiesto una distancia sustancial entre ambas formaciones -ninguna quiere renunciar a su preponderancia sobre la otra en algunas comunidades- que ponen en cuestión que el modelo puesto en práctica en Navarra pueda ser exportable a todos los escenarios. Núñez Feijóo rechaza, por irrelevante en Galicia, la marca de Ciudadanos, mientras que algunas voces de la formación naranja exigen al PP que tenga la misma generosidad que ellos han demostrado en Catalunya. La aportación de Ciudadanos al PP ya se realizó en el tránsito de las elecciones generales del 28 de abril de 2019 a las generales del 10-N, seis meses después, cuando la entonces formación de Albert Rivera pasó de 40.366 votos (3,18%) a 13.279 (1,11%) aunque su práctica desaparición en la CAV no pudo evitar que el respaldo al PP rozara lo residual (8,9%) pese a que el voto por correo le proporcionara un escaño por Álava que no había logrado en abril. Y eso no lo paliará una concentración de la derecha similar, también en su carácter extremo, a la que ambas formaciones ya desarrollaron con UPN en Navarra Suma, es decir, una traslación a escala y sin la presencia explícita de Vox de la foto de Colón que PP y Ciudadanos ya compartieron con los ultras de Abascal. Si entonces unos y otros pretendían disputarse a nivel del Estado el liderazgo como fuerza hegemónica que aglutinara a todo el espectro de la derecha, también su extremo más rancio, tras la evidente crisis electoral de Ciudadanos y su traslación a otros tipos de crisis mucho más prosaicas, los de Casado plantean las elecciones en la CAV y Galicia, también más tarde en Catalunya, como el primer paso de la absorción de Ciudadanos -o recolocación de sus cuadros en el seno del PP- que, en el primero de los casos, en Galicia, plantea sin ambages Feijóo.