Abrir los ojos para avanzar en la igualdad y eliminar la violencia contra las mujeres es el lema de la campaña institucional lanzada este año en Navarra en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha marcada en violeta en el calendario, especialmente en este año en el que la pandemia de covid-19, que tantas cosas ha detenido, no ha conseguido frenar esta otra pandemia mundial que supone la violencia contra las mujeres; violencia física, violencia sexual y cualquier otro tipo de violencia que sigue siendo un auténtico problema social, no doméstico ni familiar, que afecta directamente a nivel mundial a más de un tercio de las mujeres, de todas las edades. Se ha avanzado mucho y es cierto que la sociedad y las instituciones cada vez van más de la mano en la concienciación y en la prevención, pero no es menos cierto que siguen muriendo mujeres a diario por el mero hecho de serlo, víctimas de una desigualdad enquistada y que es preciso sacar a la luz para poder combatirla. Abrir los ojos y quitarse la venda para tratar de identificar esas violencias cotidianas, ocultas en pequeños gestos que demasiadas veces se transigen cuando se producen a diario en el ámbito personal, familiar, social, educativo o laboral. No hay un único patrón de agresor, igual que no hay un único tipo de víctima. Pero sí tiene que haber una misma respuesta de rechazo y condena para que quien maltrata, en el grado que sea, deje de hacerlo y para que la víctima sienta todo el apoyo en el duro camino al que se enfrenta al denunciar los hechos. En Navarra, en lo que va de año se han interpuesto un total de 1.034 denuncias por violencia contra las mujeres, una cifra similar a la registrada en el mismo periodo del pasado año, cuando se presentaron 1.041 denuncias. Sin embargo, más allá de las cifras, lo que ha traído la pandemia y sobre todo las medidas del confinamiento y las restricciones de movilidad necesarias para afrontar la crisis sanitaria es que se ha intensificado el riesgo de violencia de género y ha aumentado el miedo que tanto daño causa. Muchas mujeres se han encontrado en una especial situación de vulnerabilidad e incertidumbre porque han tenido que convivir de manera más estrecha con sus maltratadores, con todo lo que ello supone, sin contacto apenas con el exterior y sometidas a un control permanente por parte de sus agresores.