avarra ha entrado en la Semana Santa en una situación preocupante viendo la tendencia del virus en las últimas semanas, con un incremento de casos que ha disparado la incidencia ya por encima de los 300 y que se traduce a medio plazo en una mayor presión hospitalaria, algo que a todas luces hay que tratar de evitar, ya que es lo menos que la sociedad le debe al sistema sanitario después de un año de pandemia y de esfuerzo continuo. Hay momentos en los que las cifras hablan por sí mismas y hay que leer en ellas para adoptar las medidas necesarias que consigan revertir la tendencia al alza, anticiparse en lo posible aunque el endurecimiento de las restricciones tengan un coste social y económico cada vez más difícil de sostener. La rapidez con la que ha crecido la incidencia y los contagios en esta cuarta ola es "tan llamativa como alarmante", según palabras de la consejera Santos Induráin, ya que en tres semanas casi se ha triplicado el número de casos en Navarra, un mayor nivel de contagio propiciado por la presencia ya casi total de la cepa británica, algo que se extiende también en otras comunidades. Es cierto que ninguna ola es comparable a las anteriores, pero la experiencia vivida da pautas de por donde avanzar. El verano, en plena desescalada, no tuvo que ver con la Navidad y la Semana Santa seguramente dejará su propio sello, pero lo que si coincide siempre es que en fechas de vacaciones, en las que hay un relajamiento y una mayor interacción social, el virus se reactiva, por mucha medida que se imponga, y lo seguirá haciendo hasta que se consiga la inmunidad, algo lejano todavía, aunque se avanza al mayor ritmo posible condicionado por el suministro de dosis. Es de destacar que en Navarra la población más vulnerable empieza ya a estar altamente protegida y que los próximos meses serán decisivos en cuanto a vacunación. Pero mientras tanto, no queda otra que seguir mantenido la máxima responsabilidad individual y colectiva. Algo que la sociedad cumple mayoritariamente aunque los brotes que se rastrean muestran que las situaciones que los generan, no los lugares, no están cumpliendo limitaciones y recomendaciones básicas. El virus sigue condicionando la vida, distorsionando la economía y haciendo difícil la vuelta a la normalidad. Pero sobre todo sigue generando ingresos hospitalarios y en el peor de los casos fallecimientos. No es tiempo de relajarse. Todavía No.